Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Archilupo:
9
El sol del membrillo
1992 España
Documental, Intervenciones de: Antonio López
7,4
5.644
Documental Ésta es la historia de un artista (Antonio López) que trata de pintar, durante la época de maduración de sus frutos, un árbol —un membrillero— que hace tiempo plantó en el jardín de la casa que ahora le sirve de estudio. A lo largo de su vida, casi como una necesidad, el pintor ha trabajado sobre el mismo tema en muchas ocasiones. Cada año, con la llegada del otoño, esa necesidad se renueva. Lo que el artista no ha hecho nunca en su ... [+]
5 de octubre de 2009
46 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
Erice acompaña a Antonio López en el intento de pintar un árbol que plantó en su patio cuatro años atrás.
Aunque el pintor se ayuda con procedimientos de precisión (plomada, compás, regla y escuadra, marcas en hojas y ramas), varios inconvenientes dificultan la tarea. El peor, un otoño metido en aguas que permite pocas sesiones de pintura.
El lienzo es aparcado y da paso a dibujos, con igual precisión rigurosa y apasionada.
En paralelo, unos obreros polacos reforman la casa. Otra forma de trabajar con la materia y transformar el espacio.

A unos visitantes chinos, el pintor explica que no importa un cuadro inacabado. No lo entiende como un fracaso: lo que él quiere es estudiar el árbol, el bonito membrillero; estar cerca, admirar la iluminación del sol a cierta hora en los frutos rugosos.
Otras visitas llegan, los amigos habituales, que Antonio López consideró imprescindibles para lo documental, junto con los familiares. Enrique Gran, el más asiduo, da abundante conversación, sobre los viejos tiempos en Bellas Artes, los profesores (esas enseñanzas lapidarias que al final se quedan: “¡Más entero, López”!), la bohemia de los cafés…
Esta condición de abrir la película a familiares y amigos, que irrumpen sin guión, pero tampoco con total espontaneidad, complica bastante el manejo del ritmo. Sin embargo, Erice lo aceptó, pues no tenía planteamiento previo.

El director se acerca a diario con un equipo reducido, buscando no interferir los acontecimientos que descubre al tiempo que los filma. Es tan discreto que, se diría, el aliento de por sí lento y pausado entra a veces en apnea, y los sucesos quedan suspendidos. Usa muchos planos fijos y una sintaxis elemental, que incluye sonido directo: ladridos, trenes de la estación cercana, boletines de noticias, conciertos en la emisora clásica…

La película, excelente aproximación al fenómeno concreto de la pintura, es algo más que un documental. Al ahondar en el proceso de creación y conocimiento de lo visual, emprende un movimiento reflexivo, una sutil meditación en imágenes.
Una escena se repite. Al llegar la noche, el edificio Torrespaña iluminado domina la ciudad. En las ventanas de rascacielos y bloques parpadean al unísono televisores, sincronizados en el mismo programa, las mentes de los usuarios también sincronizadas como un ejército. En su rápido crecimiento, tales barriadas engullen a los pueblos de los alrededores, a las colonias de casitas en una de las cuales, contra corriente, el pintor se obstina (¡bicho raro!) en conocer directamente la realidad, usando sus propios sentidos para contemplar ensimismado con qué belleza el sol ilumina rincones de su patio. No renuncia a conquistar ese disfrute, no se resigna a que se lo retransmitan por TV.

Con independencia de que la pintura de López guste, es de reconocer cierto heroísmo en su forma de vivir. Para atestiguarlo, Erice creó este singular poema fílmico, de enorme influencia en el actual auge del género en España.
Archilupo
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow