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Voto de Archilupo:
9
Cine negro. Intriga. Thriller En la ciudad de Los Angeles un agente de una compañía de seguros (Fred MacMurray) y una cliente (Bárbara Stanwyck) traman asesinar al marido de esta última para así cobrar un cuantioso y falso seguro de accidentes. Todo se complica cuando entra en acción Barton Keyes (Edward G. Robinson), investigador de la empresa de seguros. (FILMAFFINITY)
13 de junio de 2008
27 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mientras pasan los títulos de crédito, la silueta de un hombre con muletas camina hacia nosotros hasta oscurecer la pantalla.
Preludia el tono de lo que viene, sombrío; para Brackett, coguionista de Wilder en aquella época, demasiado sombrío. Ante la sordidez de la novela de Cain, se hizo a un lado. Encontraba rechazable el argumento, con personajes codiciosos, de apariencia normal pero capaces de todo por dinero: pensando en unos miles de dólares los ojos les hacen chiribitas, literalmente.

Contratado Chandler, muchas frases del excelente guión brillan con filo inconfundible. El primer diálogo entre el vendedor de seguros Neff y la señora Dietrichson, de fluidez vertiginosa, tiene su sello.

En los minutos iniciales Neff, herido, dicta a una grabadora la narración de la historia. Comienza con una apretada sinopsis y da paso a una serie de amplios flashbacks que, a modo de capítulos, se suceden con ritmo perfecto, en tensión constante y sin violencia visible.

La fotografía se mueve entre tinieblas, siguiendo la pauta de “M, el vampiro de Dusseldorf”. Noche, penumbra, lámparas apagadas. Desde ámbitos a oscuras se ve llegar a alguien. Una luz exterior dibuja el marco de la puerta. Primero entra la sombra, luego la figura.
Para escenas claras, la iluminación ‘de noticiario’ que deseaba Wilder.
Suelen ser las correspondientes al supervisor, una excelsa creación de Edward G. Robinson. Guiado por golpes intuitivos, aplica como un atleta mental la lógica deductiva a la reconstrucción de los hechos, con todo detalle.
Fumando en su despacho ve con el pensamiento a los personajes moverse sigilosos, ocultos bajo sombreros, velos, con pasos sin ruido, por despoblado; ve lo que está lejos y lo que está algo más cerca, pero no puede ver lo que está demasiado cerca.

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*Cosas que hay en este manantial permanente de cine:

-Sombrero puesto la mayor parte del tiempo.
-Cerillas que se encienden con la uña, a una sola mano.
-Polvo flotante en el aire oscuro.
-Una pulsera tobillera.
-Puertas de apartamento que se abren hacia afuera.
-Reflejos irisados en una peluca rubia.
-El dictáfono, que guarda todo en palabras dichas.
Archilupo
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