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Voto de Archilupo:
9
7,1
75.782
Intriga. Drama. Thriller. Romance
Betty Elms (Naomi Watts), una joven aspirante a actriz, llega a Los Ángeles para convertirse en estrella de cine y se aloja en el apartamento de su tía. Allí conoce a la enigmática Rita (Laura Harring), una mujer que padece amnesia a causa de un accidente sufrido en Mulholland Drive. Las dos juntas deciden investigar quién es Rita y cómo llegó hasta allí. (FILMAFFINITY)
8 de enero de 2010
116 de 134 usuarios han encontrado esta crítica útil
1) “Mulholland Drive” fue primero serie televisiva de encargo, estilo “Twin Peaks”. Condición de la ABC: un final comprensible. Rodado el piloto, se aparcó hasta que años después Canal Studio compró el proyecto. Lynch aprovechó para quitar partes, refundir otras, rodar nuevas y reconducir a formato película, conservando lenguaje TV. Con ello, el resultado tiene más elaboración de lo habitual.
2) Antes de los títulos hay un frontispicio ornamental. En realidad ofrece una clave del film: un grupo de parejas que bailan se duplican sin cesar y se mezclan con sus sombras silueteadas, entran y salen de ellas.
También antes, otra escena, brevísima: la cámara avanza hacia una colcha roja (se supone a alguien debajo) hasta zambullirse, dando paso a un fundido en negro, seguido del rótulo de la calle Mulholland Drive, que brilla en la noche, y del gran coche negro que se desliza cuesta abajo envuelto en la hipnótica música mientras aparecen los créditos.
En el cine de Lynch, esos fundidos a negro implican un cambio de plano mental, de realidad a sueño o viceversa. En “Eraserhead”, el protagonista se trasladaba a su pesadilla al entrar la cámara en la ventana negra. Y en “Terciopelo Azul”, la acción pasaba de golpe al submundo cuando la cámara se adentraba en el laberinto de la oreja.
3) En “Mulholland Drive”, la historia salta tan pronto a un mundo soñado que ocurre antes de los títulos. Cuando más adelante la cámara se sumerja en la caja azul pasará, tras el fundido subsiguiente, a la realidad desde la que se soñaba todo lo precedente.
4) En la primera parte están Bettie (Noami Watts) y Rita (Laura Harring). Bettie llega desde Ontario a Los Ángeles para emprender carrera en Hollywood. Se plantea si quiere ser gran actriz, estrella o ambas cosas. Durante unas semanas se alojará en el apartamento de su ausente tía Ruth. Allí se encuentra con Rita (tomado de un cartel de “Gilda”), que se ha colado tras sufrir una brutal colisión cuando unos mafiosos iban a matarla y, aturdida y fugitiva, no recuerda lo ocurrido, ni tampoco su nombre real. Mientras Bettie va a castings y contacta exitosamente con el director Adam Kesher, convierte en apasionada investigación averiguar qué le ha ocurrido a Rita, por quien va sintiendo atracción amorosa. Su vida es feliz, plena de ilusión triunfante: todo sale bien. Tras la visita al raro Club Silencio, donde los artistas cantan en playback (“¡No hay orquesta!, ¡Todo es espejismo!”), la cámara atraviesa la membrana negra y se pasa a la segunda parte.
Ahora Bettie es Diane y Rita es Camilla, actrices ambas de la película que está rodando Kesher. Pero Camilla tiene el papel estelar y Diane es segundona. Por estos cambios están dejando de ser amantes y de vivir juntas en el apartamento de Mulholland Drive. Despechada, consumida por los celos y por la rabia de comprobar cuánto se aleja de los sueños su realidad, Diane ve en la venganza el único camino.
(Sigue en 'spoiler', por falta de espacio, sin revelar argumento)
2) Antes de los títulos hay un frontispicio ornamental. En realidad ofrece una clave del film: un grupo de parejas que bailan se duplican sin cesar y se mezclan con sus sombras silueteadas, entran y salen de ellas.
También antes, otra escena, brevísima: la cámara avanza hacia una colcha roja (se supone a alguien debajo) hasta zambullirse, dando paso a un fundido en negro, seguido del rótulo de la calle Mulholland Drive, que brilla en la noche, y del gran coche negro que se desliza cuesta abajo envuelto en la hipnótica música mientras aparecen los créditos.
En el cine de Lynch, esos fundidos a negro implican un cambio de plano mental, de realidad a sueño o viceversa. En “Eraserhead”, el protagonista se trasladaba a su pesadilla al entrar la cámara en la ventana negra. Y en “Terciopelo Azul”, la acción pasaba de golpe al submundo cuando la cámara se adentraba en el laberinto de la oreja.
3) En “Mulholland Drive”, la historia salta tan pronto a un mundo soñado que ocurre antes de los títulos. Cuando más adelante la cámara se sumerja en la caja azul pasará, tras el fundido subsiguiente, a la realidad desde la que se soñaba todo lo precedente.
4) En la primera parte están Bettie (Noami Watts) y Rita (Laura Harring). Bettie llega desde Ontario a Los Ángeles para emprender carrera en Hollywood. Se plantea si quiere ser gran actriz, estrella o ambas cosas. Durante unas semanas se alojará en el apartamento de su ausente tía Ruth. Allí se encuentra con Rita (tomado de un cartel de “Gilda”), que se ha colado tras sufrir una brutal colisión cuando unos mafiosos iban a matarla y, aturdida y fugitiva, no recuerda lo ocurrido, ni tampoco su nombre real. Mientras Bettie va a castings y contacta exitosamente con el director Adam Kesher, convierte en apasionada investigación averiguar qué le ha ocurrido a Rita, por quien va sintiendo atracción amorosa. Su vida es feliz, plena de ilusión triunfante: todo sale bien. Tras la visita al raro Club Silencio, donde los artistas cantan en playback (“¡No hay orquesta!, ¡Todo es espejismo!”), la cámara atraviesa la membrana negra y se pasa a la segunda parte.
Ahora Bettie es Diane y Rita es Camilla, actrices ambas de la película que está rodando Kesher. Pero Camilla tiene el papel estelar y Diane es segundona. Por estos cambios están dejando de ser amantes y de vivir juntas en el apartamento de Mulholland Drive. Despechada, consumida por los celos y por la rabia de comprobar cuánto se aleja de los sueños su realidad, Diane ve en la venganza el único camino.
(Sigue en 'spoiler', por falta de espacio, sin revelar argumento)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
5) Lynch trata de fundir realidad y sueño para abrir espacios narrativos libres del requisito naturalista. Quiere que el espectador se pierda, entre en un nuevo mundo que no refleje lo real sino que tenga entidad autónoma. Al presentarlo evita lo fantástico y lo visionario, recurso usual, y da en cambio toque vívido, con refuerzo de los detalles. Y al contrario, lo real lo maneja reforzando su ambigüedad, lo misterioso e inquietante. Ambas partes las junta en la zona fronteriza, que se tensa y vuelve permeable. El trasvase de identidades y personajes se vuelve fluido y potente; todo resuena chocante e imprevisible. Hay varios momentos, por ejemplo la llegada al apartamento 17, en que el enigma es absoluto. De un instante a otro puede ocurrir cualquier cosa sin que se la pueda ver venir.
Es el tipo de cine que busca Lynch: para vivir, no para entender o interpretar.
6) Varias escenas tienen esa impactante condición fronteriza:
• El nervioso personaje que en el bar Winkie’s cuenta a su psiquiatra un sueño ambientado precisamente ahí, en el que a través de una pared ve a un asesino, y todo parece cumplirse.
• El sicario chapuzas, puro humor negro.
• El cowboy que da directrices, una especie de capo cósmico.
• Los productores mafiosos y su manía con el café: una reunión delirante.
• La pintura rosa en el joyero.
• La Llorona de LA.
Y se mantienen varias constantes: las cortinas de terciopelo rojo, el guiño con peluca rubia a “Vértigo”, los seres monstruosos (el enano de “Twin Peaks”, el mendigo…).
7) Una mención a la excelente actuación de Noami Watts, y su mutar entre los dos personajes que hace. Espectacular intensidad de la masturbación.
8) Un último párrafo para la música de Badalamenti, que a ratos consigue una atmósfera de submarino. No es acompañamiento sino parte esencial de la película. No ilustra las imágenes sino que expresa el espíritu de la obra. De hecho, a los actores se les dio antes la música que el argumento o los papeles.
(A Taylor)
Es el tipo de cine que busca Lynch: para vivir, no para entender o interpretar.
6) Varias escenas tienen esa impactante condición fronteriza:
• El nervioso personaje que en el bar Winkie’s cuenta a su psiquiatra un sueño ambientado precisamente ahí, en el que a través de una pared ve a un asesino, y todo parece cumplirse.
• El sicario chapuzas, puro humor negro.
• El cowboy que da directrices, una especie de capo cósmico.
• Los productores mafiosos y su manía con el café: una reunión delirante.
• La pintura rosa en el joyero.
• La Llorona de LA.
Y se mantienen varias constantes: las cortinas de terciopelo rojo, el guiño con peluca rubia a “Vértigo”, los seres monstruosos (el enano de “Twin Peaks”, el mendigo…).
7) Una mención a la excelente actuación de Noami Watts, y su mutar entre los dos personajes que hace. Espectacular intensidad de la masturbación.
8) Un último párrafo para la música de Badalamenti, que a ratos consigue una atmósfera de submarino. No es acompañamiento sino parte esencial de la película. No ilustra las imágenes sino que expresa el espíritu de la obra. De hecho, a los actores se les dio antes la música que el argumento o los papeles.
(A Taylor)