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Voto de Archilupo:
8
Drama En la madrugada del 8 de noviembre de 1930, el abogado parisino Fleury salía en busca de la luz adecuada para completar una filmación paisajística en torno al lago Le Thuit. Ese mismo día, el abogado fallece en extrañas circunstancias.
4 de octubre de 2008
78 de 88 usuarios han encontrado esta crítica útil
1) Un rótulo inicial cuenta que en 1930 el abogado Fleury, cineasta aficionado, desapareció en el lago normando de Le Thuit. Y que sus películas familiares se acaban de restaurar pese al considerable deterioro.
Así, se despliega un singular experimento fílmico que explora caminos para el cine español, aportando estímulo.


2) La 1ª parte ofrece los fragmentos más presentables de esa filmoteca doméstica, marcados no obstante por muescas del tiempo: rayones, emulsiones rancias, hongos y corrosión… Testimonian la vida feliz de una extensa familia, cuatro generaciones y la servidumbre, durante su veraneo en un ‘chateau’: picnic en el río, excursiones a las ruinas de una abadía, bailes de disfraces, tumbonas en el jardín, paseos en coche, tenis… Destellos de una época luminosa, repleta de sonrisas y júbilo.

El 2º movimiento, adagio, recorre ahora, en color, los mismos lugares: los parajes desfigurados (urbanización, automóviles, población que se densifica, ruidos de máquinas). Filma la ausencia, el vacío.
Se adentra en la mansión desierta y procede a un registro profundamente poético de los infinitos juegos de la luz con las sombras, su fantasmagoría: los faros fugaces de los coches que a través de los visillos bordados proyectan sus haces chinescos. O el dibujo del resplandor al atravesar el cristal con lluvia que se desliza en láminas o en gotas.
El temblor de las ramas, fugaces reflejos en los vidrios.
Relojes, campanadas, tictac de péndulos.
Nunca quietud ni silencio: viento en árboles, melodías acuáticas.
Y la presencia atenuada de los antiguos moradores, enmarcados en fotos y retratos, enlatados en rollos junto a la vieja cámara que los grabó.

La 3ª parte insiste en la fisicidad del celuloide y replantea analíticamente el material restaurado: ralentización, congelación, retroceso.
Como en “La invención de Morel” (Bioy), la mirada investigadora se centra en la joven del columpio y captura su primer plano, el alma de su rostro, la luz de sus ojos. Y como en “Blow up”, mediante sucesiva ampliación de fragmentos se busca la traza de unos hechos comprometedores.
(En momento culminante, la barcarola de Offenbach.)

La 4ª parte sintetiza lo mostrado y los personajes cobran vida para actuar con realismo, decir la única frase de la obra y representar el instante en que la cámara aficionada captaba accidentalmente, en el reflejo de una ventana, indicios de un romance clandestino.
Poco después, Fleury monta su cámara en una barca y se adentra en el lago cuando cae la niebla.


3) En el texto “El reino de las sombras”, Gorki advertía que en el cinematógrafo la vida no es sino su sombra; que el movimiento no es sino su espectro silencioso; que, si en pantalla aparece un tren, “también es ése un tren de sombras”.
Su inmaterial traqueteo nos habla del transmutador paso del tiempo, de la progresiva borrosidad de lo ya pasado. Pero, a la vez, de la hondura abismal del instante presente, el ahora en que estás leyendo estas líneas.

(8,5)
Archilupo
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