Tras empezar con una llamada y un plano panorámico sobre montañas nos damos cuenta que se emprenderá un viaje hacia Umpala, porque el Cucho tiene un guardado, un guardado que promete decirlo a las cámaras, un secreto el cual nos mantiene pendientes durante toda la película, empezamos a conocer al Cucho un personaje único, cómico, gamín, fregón, grosero. Tras avanzar el viaje nos encontramos con el Hermano del Cucho el cual empieza a generar un conflicto, porque cree que los cineastas están aprovechándose del Cucho para ganar dinero, efectivamente esta presión genera una desconfianza por parte el Cucho el cual se les revela a los cineastas por lo tanto la presencia del hermano genera un punto de giro claro en la historia, aunque después el Cucho los disculpa y van a un burdel, allí se genera otro conflicto porque el hermano no quiere entrar, lo cual genera otro punto de giro ya que en el próximo plano el Cucho aparece botado y solo en la carretera, su hermano y los cineastas lo han dejado.
A partir de que el Cucho se queda solo es un cambio narrativo absoluto porque sabemos que los cineastas hacen un documental sobre el pero ya no están, aun así lo vemos, es una puesta en escena en la que vemos al Cucho pedirle disculpas a los Cineastas por qué es un falso documental y es lo valioso de la película de aquí en adelante las acciones del Cucho son en puesta en escena, básicamente Rubén nos dice que ese cuento no es real, ya que el mismo Rubén lo termina buscando. Además de la valiosa y particular narrativa nos encontramos con la música de Edson Velandia que está en los instantes correctos.
Al terminar de ver Memorias del Calavera pensé en el escritor Horacio Quiroga a quien lo criticaban por tener errores gramaticales en su obra, eso se le puede criticar a esta película, los fueras de foco, la gran cantidad de movimiento, planos extraños; pero lo que puedo decir es que Rubén y Quiroga saben narrar.