Contrariamente a lo que han expresado muchos críticos de esta sección, no creo que Sweeney Todd se trate de un musical, sino más bien un intento de aproximar la ópera al cine. Entonces, la tragedia, los seres arrebatados, el lado oscuro de cada uno, aparece muy consecuente con ese género, la ópera, tan poco conocida y popularizada.

Por partes.

La puesta en escena. Me parece extraordinaria. El hecho de que Burton haya escogido de nuevo una estética gótica, donde el negro, el gris y el blanco se imponen a todos los demás colores, queda perfectamente justificada para mostrar un Londres fantasmagórico, al estilo de cómo lo hicieron, por ejemplo, de Dickens, Poe o Lovecraft. Una ciudad sumida en el hambre y la miseria, donde la picaresca y las malas artes son las únicas armas para sobrevivir.

Los personajes. Arrebatados, macabros, inadaptados. De hecho, la película me evocado cierto resquemor hacia un sistema donde la apariencia y la posición social son suficientes argumentos para ir pisando a la chusma, y convierte a los antihéroes en verdaderos héroes, cuyas motivaciones les llevan a realizar sus acciones (por supuesto, totalmente discutibles e inaceptables).

La música. Sin duda, lo más controvertido, por lo que he podido leer en otras críticas. No me parece mala, ni fea, ni que sobre. Especialmente, porque desde el primer momento no vi la cinta como un musical, sino –como ya he dicho– una ópera moderna. Con todo, acepto que sí podría tener algo más de variedad rítmica.

La trama. En fin, no se puede negar que el argumento no sea original. Aunque sea la historia más vieja del mundo, aunque las venganzas por pasión siempre acaben mal, la sociedad que crean Depp y Bonham funciona, al menos hasta que se evidencian las más bajas pasiones de los personajes.