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Mongolia Mongolia · Pandereta's Land
Voto de tantra:
8
Intriga. Thriller Gracias a la ayuda de un educador, Gino consigue reintegrarse en la sociedad después de salir de la cárcel. Pero, a pesar de su buena voluntad y sus esfuerzos para hacer una vida normal, un inspector de policía no cree en su inocencia y le recuerda constantemente sus delitos anteriores. La continua presión del inspector y sus sospechas acaban arrastrándolo a cometer un homicidio. (FILMAFFINITY)
28 de abril de 2010
45 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
José Giovanni fue un hombre con una vida digna de ser llevada al cine. Nacido en Paris, de origen corso, pasó su juventud ejerciendo trabajos de lo más variado: leñador, minero, posadero, alpinista... participando activamente también en la II G.M.
En 1948 es condenado a morir guillotinado por su participación en un golpe mafioso organizado por su tío, en el que mueren varias personas. La sentencia es conmutada por 20 años de trabajos forzados. Tras su salida de prisión 8 años después decide plasmar su experiencia carcelaria en la novela "Le trou", que Jacques Becker llevaría magistralmente al cine poco después. Su carrera como novelista hace que otros directores como Melville o Sautet se interesen por sus obras, y de ahí dará el salto a la dirección hasta llegar a esta magnífica "2 hommes dans la ville", mirada lúcida y negrísima al sistema carcelario y judicial francés, supuesto adalid de la democracia y el desarrollo, que no erradicó el uso de la guillotina hasta 1981.

Película sobria y elegante en la dirección (recuerda por momentos a Bresson), trata la reinserción del preso en la sociedad sin caer en la obviedad, sin golpes de efecto, sin demagogias. La figura del educador, fabulosamente interpretado por Jean Gabin (a mi juicio su mejor papel), simboliza la lucha contra el sistema carcelario y judicial: funcionarios incompetentes, policías sin escrúpulos, jueces parciales y un desprecio generalizado por los delincuentes que ya pagaron su deuda. La interpretación de Gabin es contenida pero llena de intensidad, especialmente en su oratoria final en el juicio.
Como protagonista tenemos a Alain Delon, bordando su papel de delincuente rehabilitado que, pese a sus intentos por volver a ser normal, a respirar aire puro, terminará sucumbiendo ahogado por la incansable persecución a la que se ve sometido. Las escenas finales cortan la respiración, con ese cruce de miradas entre Gino (Delon) y Germain (Gabin).

Un ejemplo perfecto de cómo plasmar la experiencia vital en la pantalla, y además hacerlo de forma lúcida. Ya lo decía el autor: "No hay que esperar nada de la humanidad". Cine negrísimo sin femme fatale. Una joya a reivindicar.
tantra
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