Magnífica serie centrada en la lucha de poder entre tres hermanos. Violenta, cruel, seca, en ocasiones brutal, a ratos excesiva, los seis capítulos que componen la primera temporada carecen de grasa, huyen de sentimentalismos y hacen un uso afortunado de la elipsis. El primer episodio funciona como prólogo; en él Coronado interpreta a un padre malvado, sin rastro de humanidad, cuya sombra gravitará siempre sobre sus hijos, atormentándoles con su influjo. El segundo episodio nos cuenta el diferente carácter de cada uno de los hermanos, desde el visceral y primitivo Daniel, el frío y pragmático Tomás - quien no tiene nada que envidiar a Michael Corleone -, y el débil y bondadoso Clemente, en perpetua huida de la herencia familiar. Entre estos personajes, gigantes a su modo, supervivientes, surgirá una lucha con tintes suicidas.

Dirigida con maestría por Urbizu y Jorge Dorado, ambientada en un Madrid reconocible, la serie mezcla thriller y melodrama, a los que se añaden momentos que recuerdan al western. Construida a base de contrastes, sacrifica el realismo a cambio de ganar en tensión y espectacularidad. Es una gozada de ver. Merece la pena.

(Crítica 2º temporada): La serie continúa fiel a sus señas de identidad, internándose en una espiral de inverosimilitud casi grotesca. Los personajes, alimentados de odio, condenados por sus raíces, buscan sin esperanza una oportunidad de escapar de su destino. Un ambiente castizo circunda unas tramas salpicadas de fatalidad. Todo confluye en una celebración del exceso, en un aquelarre final con el que se da fin (de momento) a este violento y extraño melodrama.