En una aldea de México, un ser venido de muy lejos aterriza sembrando la desconfianza a su alrededor. Sólo encontrará comprensión en un niño que pasa los días mirando las estrellas.

Serling regresa a una de sus máximas preocupaciones, hablándonos de la paranoia, la suspicacia y la violencia generadas a consecuencia del miedo a lo desconocido. Establece comparaciones entre el ente extraterrestre y Jesucristo, y nos descubre la amistad que nace entre dos seres marginados, despreciados por la comunidad -un niño y un alien-.

El resultado se revela algo plomizo, tanto porque trata nociones ya vistas, como porque la forma de narrarlo hace que la trama sea previsible y en exceso artificiosa. Sabemos lo que va a ocurrir y sabemos la forma en que va a ocurrir. No hay sorpresas.