La soberbia interpretación de Gary Cooper es el mayor atractivo de este notable drama dirigido por Philip Dunne. Un hombre honorable, de clase alta, poseedor de viejos valores, de arraigados principios, descubre a sus cincuenta años que está muy solo. Se siente un fracasado ante su ambiciosa esposa y no sabe cómo ayudar a sus hijos, que emprenden la vida en solitario. La acción comienza con su funeral, y luego viaja al pasado para explicarnos los últimos tiempos de ese señor que parecía tenerlo todo y era profundamente infeliz.

Cooper conmueve haciendo de ese individuo seguro de sí mismo, cuyas convicciones, cuyo "libro de reglas", no sirve en un mundo dirigido por alimañas, cuya anticuada moral no tiene cabida en una sociedad que se mueve hacia delante sin importarle los que quedan en el camino. Él es demasiado lúcido como para no entender lo que ocurre, y demasiado mayor para cambiar. El actor se entrega a fondo, exhibe fragilidad, sutileza y ternura, dota de verosimilitud a su personaje, nos regala una interpretación inolvidable.