Una anciana permanece encerrada en su casa desde hace años, viviendo bajo el temor de que la Muerte venga a por ella.

Nueva aproximación a un tema estrella -la muerte-, esta vez analizado desde un ángulo refrescante, aderezado de ternura. El episodio juega a recrear un ambiente claustrofóbico, apoyado por suaves movimientos de cámara, y sustentado por un simbolismo evidente -la casa en ruinas, a punto de ser derribada; las barras del marco de la cama como barrotes de una prisión-. Reflexiona sobre la vejez sin caer en sentimentalismos. Para el recuerdo queda la interpretación de Gladys Cooper –aparecería dos veces más en la serie-, no tanto la del sosaina de Robert Redford. Cooper tiene un monólogo rememorando sus días de juventud perdida que es un prodigio de sensibilidad.

El guion del capítulo nos hace pensar en el relato “Death and the Maiden”, de Ray Bradbury. Cuentan que a Bradbury no le hizo gracia el parecido.