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Voto de La mirada de Ulises:
8
Drama Después de cuatro años de separación, Ahmad viaja de Teherán a París a petición de Marie, su esposa francesa, para resolver los trámites de su divorcio. Durante su estancia, descubre la conflictiva relación entre Marie y su hija. Sus esfuerzos para mejorar esa relación sacarán a flote un secreto del pasado. (FILMAFFINITY)
14 de mayo de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En "Nader y Simin, una separación" asistíamos al divorcio del matrimonio del título, bajo la mirada dolorida y perpleja de su hija Sareh, a quien en la última escena el juez interpelaba acerca de con quién quería ir a vivir. Ahora, en "El pasado", Asghar Farhadi vuelve a adentrarse en el mismo tema al presentarnos a Ahmad que llega a París desde Teherán para firmar su divorcio con Marie. En su breve estancia, ella le pide que tercie con su hija mayor Lucie, adolescente que rechaza de plano a la nueva pareja de su madre, Samir, y cuyas revelaciones desenterrarán secretos y mentiras de un pasado turbulento. Las conversaciones y confidencias se suceden a varias bandas, mientras las sorpresas abundan y las intenciones quedan en la duda... porque es difícil saber qué sucede en lo mas profundo del corazón cuando los celos, los equívocos o la necesidad de llenar un vacío dan juego a la imaginación y provocan oleadas de dolor y reproche.

Llama la atención la naturalidad y el realismo con que el director iraní se acerca a realidades humanas y sociales de envergadura. Y también su capacidad para enganchar al espectador con historias de interés, y para suscitar reflexiones acerca del comportamiento de unos personajes a los que no juzga... porque les comprende. A Farhadi no le basta plantear una cuestión y ponerse de parte de un personaje o de otro: no hay un culpable en las relaciones humanas -y menos en las cuestiones matrimoniales-, porque cada uno tiene sus motivos para actuar y cada cual busca la solución que cree mejor... o la que las circunstancias le permiten. Un guión escrito a conciencia obra el milagro de seguir la historia con facilidad, entrando a los matices y a las disquisiciones de cada uno, dosificando la información hasta conseguir verosímiles puntos de giros narrativos cargados de dramatismo y no de engaño (al espectador): no hay falsedad ni manipulación, sino verdad y un profundo conocimiento de la psicología humana.

Significativo es el plano inicial de los títulos de crédito con un parabrisas que trata de borrar el título de la película que aparece en la pantalla. ¿Podemos borrar el pasado? Eso es lo que pretenden unos y otros en su necesidad de vivir el presente, y lo que inútilmente tratan de ocultar con suspicacias e imaginaciones. ¿Se debe vivir con certezas o es necesario dejar margen a la duda y ponerse siempre del lado de la persona? Algo de eso es lo que los médicos dicen a Samir acerca del estado de su esposa en estado de coma, o lo que Ahmad trata de sugerir a Lucie para que comprenda a su madre Marie. Lo que es seguro es el dolor y el perjuicio que las infidelidades y/o separaciones matrimoniales provocan en los hijos. Basta con ver a esa desconcertada adolescente o a los dos pequeños para comprender que su futuro comienza ahora a construirse y que lo hará sobre un pasado traumático. La conciencia de culpa, el desconcierto afectivo, la falta de raíces claras... son heridas para una infancia inocente.

Bérénice Bejo fue galardonada en Cannes como mejor actriz, y su trabajo como mujer histérica y pasional, complicada y manipuladora, es excepcional. Pero no lo es menos el de Ali Mosaffa dando temple a Ahmad o el de Pauline Burlet aportando toda la sensibilidad adolescente a Lucie. Pero, sin duda, detrás de estos grandes actores está un director que sabe contener su expresividad para que en ningún momento se alejen de la realidad cotidiana, y alguien que tiene oficio para saber esconderse detrás de la cámara y confiar en la fuerza y profundidad de su guión. Los divorcios encadenados, las mentiras manifiestas o silenciadas, los afectos locos de grandes y pequeños... todo contribuye a que asistamos a un intenso drama en el que el espectador no sabe quién tiene razón, qué buscaba Marie con su estudiado plan, o qué afectos han muerto y cuáles están en coma clínico en estos atribulados personajes.
La mirada de Ulises
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