Acto seguido, proyecté La noche de enfrente. Un anciano funcionario acaba de ser jubilado y despedido por sus compañeros con todos los honores. En su nueva y breve existencia sin obligaciones, se prepara para la llegada de la muerte, reflexionando sobre la existencia que ha vivido y sus diversos estadios en un recorrido por la ciudad lleno de estampas recordadas o imaginadas, personajes y momentos que guardan conexión emocional con él y le sitúan en un letargo onírico. Un cuaderno de bitácora reflexivo de elocuencia fílmica innegable. Una película bella, serena y sabia, que homenajea referentes de la infancia y emociones y sentimientos del pasado. Bucólico pero triste transcurrir de barroquismo en su puesta en escena, cercano suficiente a lo grotesco. En la apagada paleta de colores ocre del filme y en el trabajo en la realización, con constantes travellings laterales. Así como en sus diálogos, sus canciones o poemas recitadas o, sobre todo, su tramo final. Una película que gana y gana conforme te adentras en su juego cinematográfico y que, si bien inicié escéptico, acabó por cautivarme.

Un filme tan jugoso como por ende denso y pausado, no tanto críptico pero sí de imbricada construcción. Su registro estético y tonal es sobrio y recargado, algo lóbrego, y tan lejano a los códigos de hoy que precisa una adaptación, y cuya constante cháchara de referencias culturales puede enajenar o aletargar. Y aunque embriaga su dispositivo visual, tan teatral como cercano al mundo pictórico, no puedo decir lo mismo de sus múltiples chromas, ni tampoco algunas soluciones del diseño de vestuario con personajes históricos, que parece que lleven disfraces. El alcance de los temas y conceptos glosados en el filme son universales, pero en el momento de aplicarse a lo particular nunca llegamos a conocer demasiado a las personas del entorno de un protagonista con el que no acabamos de empatizar. Múltiples pasajes son de interpretación confuso, y no todos tienen un sentido orgánico en la trama. Resultado lógico de una película pequeña en dimensiones y en su alcance mediático pero ambiciosa en sus intenciones textuales.

Introspectiva, amarga y sentida, La noche de enfrente es un enigmático y seductor adiós que se erige como la primera buena película del Unknown.