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Voto de Néstor Juez:
7
Drama En agosto de 1961, los espeleólogos del floreciente norte de Italia llegan a una meseta de Calabria donde el tiempo parece haberse detenido. Los intrusos descubren una de las cuevas más profundas del mundo, el Abismo de Bifurto, bajo la mirada de un viejo pastor, único testigo del territorio virgen. (FILMAFFINITY)
15 de diciembre de 2022
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una fascinación humana no tantas veces estudiada por el séptimo arte es la de la conexión espiritual del hombre con la naturaleza. Una imantación atávica a nuestro origen telúrico cuyo alcance de fascinación excede el alcance de lo racional. Y el séptimo arte ofrece la oportunidad única de servirse de imagen y sonido para atrapar ese aura fascinante e inaprensible de los lugares despojados de actividad humana. Paradójicamente, sumergir al espectador en un mundo nuevo desde la observación exhaustiva de los escenarios del nuestro. Tales ambiciones auguraba uno de los títulos de este otoño más esperado por el que esto escribe, para el cual hubo que esperar casi trece meses. Me refiero a la aplaudida por la crítica tras su presentación en la Sección Oficial de la edición del 2021 del Festival de Venecia Il buco. Nuevo trabajo del realizador italiano Michelangelo Frammartino, que no estrenaba una película desde hace once años, cuando pudimos degustar la singular y asceta Le quattro volte. Un filme que lamentablemente permaneció poco tiempo en cartelera, motivo por el cual servidor se apresuró a la sala en su primera semana. Acertada decisión, pues me permite recomendar el visionado de una de las perlas más delicadas del año. Un estudio sereno de los ambientes alienígenas del interior terrestre y del vínculo entre el terreno primigenio y el pastor que lo cuida. Una alegoría sobre el conflicto entre progreso y esencia sencilla y poética. Cine en sintonía con las coordenadas del documental, pero abandonando los datos y la información en aras del simbolismo.

La incursión serena e íntima en el universo propio, con sus sonidos irrepetibles, de las profundidades lúgubres de una cueva. El pormenorizado acompañamiento a la incursión en las sendas del goteo, el silencio y la escasez lumínica. Una disección visual de una cueva, donde toda la información que el espectador recibe se aporta a través de panorámicas y filmaciones lentas pero meticulosas de la acción callada de los espeleólogos. El trabajo con cuerdas, poleas y picos de los portadores del progreso en paralelo a la inesperada pausa de un pastor. El ambiente y calma del lugar se interrumpe, y esta intromisión se filma simbólicamente a través de la metamorfosis anímica del pastor. Es una película estimulantemente visual, donde la música y el diálogo brillan por su ausencia. La atmósfera es la prioridad fundamental del equipo creativo, jugando un rol capital en la película el silencio, el viento, la bruma, el vacío de las explanadas, el tintineo de los cencerros de las vacas, sus mugidos distantes…ascetismo visual, en que los cuidados planos sólo tienen sentido si permanecen. El cuidado en el diseño de cada encuadre es decisivo para la experiencia inmersiva del espectador, pues si bien la película ofrece un encomiable arsenal de lentas y cuidadosas panorámicas circulares o laterales de seguimiento de la acción, los planos generales marcan el tono introspectivo de la película. Y estos, para recalcar la paz de estos espacios vírgenes de acción humana, son estáticos. Pocas experiencias cinematográficas recientes consiguen, desde tal minimalismo argumental, sustraernos de nuestro mundo cotidiano a través de los sentidos.

Su apuesta atmosférica por la magia telúrica y la concreción de sus elementos hacen de Il buco, en el mejor sentido, una película sencilla. Y a su vez, una película acomodada en una cierta monotonía, que establece las coordenadas de su discurso en sus primeros veinte minutos. Frammartino bien podría haber optado por ahondar en la abstracción mágica de los entornos, o permitir más apuntes subliminales de desconcierto fantástico o alegórico. O dado que los humanos juegan un papel en el relato, darles más peso dramático, o ofrecer más asideros emocionales de enganche al espectador. Il buco, de alguna manera, se conforma con ser un lírico cuento observacional con una concepción líquida de la ficción, que desvela pronto sus formas y las expone hasta el final. Para muchos espectadores esto podrá ser insuficiente, pero en el mismo instante que se sintoniza con su tono, la comulgación con su filosofía fílmica es total.

Poética, callada y simbólica, Il buco sabrá a poco a aquellos que deseen exigir complejidad a los filmes que ven, pero inducirá a un profundo hechizo a los que disfruten mirando al mundo en su depurada esencia natural.
Néstor Juez
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