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Voto de Néstor Juez:
7
19 de julio de 2019
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nuevos talentos del cine europeo desembarcan con cada vez mayor frecuencia en nuestra cartelera, que ya guarda un espacio fijo para el cine de autor, y no se detiene ni siquiera en los veranos de menos estrenos y preponderancia de superproducciones llamadas a romper taquillas. Y Canadá es una nueva geografía que empieza a consolidarse en el panorama creativo. Xavier Dolan ha allanado el camino para que este cine empiece a ser programado en festivales y reciba una mayor distribución internacional. El filme que nos ocupa no es tan sólo un ejemplo de lo previamente mencionado, sino también una de las sensaciones del circuito festivalero del pasado otoño. Esta es Génesis, nueva película del realizador de Quebec que recibió los galardones a mejor película, dirección y actor en la última Seminci. Película, que además, compitió en la Sección Oficial del último Festival de Locarno. Tal desempeño en el recorrido de festivales y similar apoyo crítico provocaron que el visionado de esta película fuese una de mis prioridades de este verano. Su estreno llega casi un mes después del visionado, pero las ideas permanecen intactas y encaro el teclado para transcribir lo mejor posible las sensaciones que sentí cuando las luces se apagaron y, como tantas veces, volví a la infancia. Y aún sin ser fascinado, disfruté enormemente de las numerosas virtudes de una buena película eminentemente recomendable. Un sensible y pausado viaje por los tempestuosos cambios de la juventud poco creativo en su texto pero flamante en su realización audiovisual. La confirmación de una voz cinematográfica poderosa que aún presenta margen de mejora.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Canadá francoparlante, inicio de los 90. Guillaume, Charlotte y Felix se hallan en distintas instancias de su infancia. El amor aflora en cada una de sus vidas, y con él llegan diversos conflictos en un mundo en transformación en el que ya no se sienten estables. Verano, juventud, jovialidad y amoríos. La sexualidad que aflora y la dificultad de adaptarse a ella. Una película más de entrada a la madurez, y un ejemplo más de cine de la juventud que no abandona nunca la referencia clara de la vida misma, sin llegar por ello a ser costumbrismo. Si algo destaca en esta ocasión es el exquisito gusto de Lesage, que captura con tacto un amplio abanico de sentimientos dejando siempre a sus emocionales personajes pero filmándolos sin alardes técnicos pero con un evidente buen hacer tanto a la hora de encuadrar como a la hora de seguirlos en panorámicas y diversas tomas en movimiento. El filme logra marcar su personalidad, gracias a una prominente función de la música pop que percute una atmósfera melancólica y de ensoñación y contribuye a cimentar el espíritu bucólico y noventero. Considerando la edad de sus intérpretes, procede destacar su eficiente labor. Un filme que logra atraernos a su cóctel de tensiones ascendentes y conflictos de índole personal sin remarcar la gravedad de los viajes que cada personaje atraviesa. Frescura propia de un realizador debutante y manejo de las herramientas expresivas del cine de un veterano.
Lamentablemente, las tres historias no tienen el mismo interés. Y el tiempo en pantalla que se dedica a cada una de ellas dista de ser proporcional al interés de las mismas. La historia de Guillaume no acaba de arrancar del todo hasta una revelación sobre su identidad, la cual sucede cuando ya llevamos más de una hora de metraje. Charlotte es un personaje que resulta levemente antipático, su subtrama es reiterativa y pobre en detalles y ocupa casi la mitad del largometraje. Y con mucho lo mejor del filme, la relación amorosa de Felix en un campamento de verano rodada prácticamente muda, sucede demasiado tarde y se resuelve demasiado rápido. Es constante la sensación de que lo que estamos viendo, además de cotidiano, lo hemos visto antes y no se desarrolla de una manera particularmente atractiva. Soy un gran creyente de que lo presentación de las películas es fundamental, pero casi más lo es lo que se cuenta. Y he ahí lo que impide que la película resulte excelente.
Íntima, trágica y estilizada, Génesis logra que un relato ya conocido nos deleite gracias a un dispositivo formal elaborado y vivo, aunando emociones y finura en el trazo.
Lamentablemente, las tres historias no tienen el mismo interés. Y el tiempo en pantalla que se dedica a cada una de ellas dista de ser proporcional al interés de las mismas. La historia de Guillaume no acaba de arrancar del todo hasta una revelación sobre su identidad, la cual sucede cuando ya llevamos más de una hora de metraje. Charlotte es un personaje que resulta levemente antipático, su subtrama es reiterativa y pobre en detalles y ocupa casi la mitad del largometraje. Y con mucho lo mejor del filme, la relación amorosa de Felix en un campamento de verano rodada prácticamente muda, sucede demasiado tarde y se resuelve demasiado rápido. Es constante la sensación de que lo que estamos viendo, además de cotidiano, lo hemos visto antes y no se desarrolla de una manera particularmente atractiva. Soy un gran creyente de que lo presentación de las películas es fundamental, pero casi más lo es lo que se cuenta. Y he ahí lo que impide que la película resulte excelente.
Íntima, trágica y estilizada, Génesis logra que un relato ya conocido nos deleite gracias a un dispositivo formal elaborado y vivo, aunando emociones y finura en el trazo.