Si bien en toda Latinoamérica los crímenes de lesa humanidad han sido juzgados y sus responsables procesados, en España son intocables pues aún hoy se mantiene en vigor una intolerable amnistía del 1977 que fijó un Pacto de silencio que impidió que se juzgarán los crímenes y se borrase este episodio de la historia, de modo que a gente de mi generación, incluido yo mismo, nada de todo esto nos ha hecho saber de todo esto. Pero décadas después, un grupo de afectados han logrado que se empiece a hacer justicia gracias a la Querella argentina, recurriendo a la Justicia Universal y la labor de letrados argentinos para que su silencio se acabe y sus plegarias sean atendidas. Un documental vibrante de alcance universal que logra que todo el mundo empatize con un tema nacional no tan conocido que es necesario ser afrontado más que nunca. Documental de denuncia, sí, pero también relato político, mosaico de reconstrucción histórico y recopilatorio de testimonios desgarrados. Filme que no sólo apela al ritmo y al impacto de su tema, sino a una emotividad intensa gracias a la honestidad y tristeza de las realidades de las pobres gentes aproximadas. Un documental que puede verse perjudicado en la percepción popular por su clara parcialidad, su puntual subrayado de la lágrima y carga contra cierto partido político de nuestra actualidad que va más allá de su implicación en los infortunios demandados (véase ese crítica al sentimiento nacionalista que se sale un poco del meollo). Pero el documental es mucho más que eso, realzado por un gran montaje, excelente banda sonora y una fotografía que nos da estampas sensacionales, brillando los planos al monumento de las víctimas en el Valle del Jerte. Una película excelente, maravillosa, que lucharemos porque vea todo el mundo. De largo lo mejor del día.