Y cerramos a las 21:20 en la Sala 1 de Tabakalera volviendo a Zabaltegi para divertirnos con el plato más intenso del día. La miniserie de 200 minutos (4 capítulos de 50 cada uno) Coincoin et les z´inhumains, continuación de P´tit Quinquin dirigida de nuevo por el galo Bruno Dumont. Años después, el pequeño Quinquin ahora ha crecido, y se hace llamar Coincoin. En su pequeño y rural pueblo, cerca de la costa del Ópalo, densos charcos de magma negro y apestoso empiezan a caer del cielo inesperadamente sobre sus visitantes. Será misión del gendarme Van der Weyden y su fiel ayudante Carpentier resolver este misterio de origen alienígena. Poco a poco, una invasión a gran escala se desata. Una miniserie radical en su argumento y visualmente cuidada, que apuesto en toda su potencia por el humor más absurdo posible. Humor físico y slapstick, y gags estirados hasta la inanidad. Un cóctel de alienígenas, slapstick y subnormales. Oda absoluta al retraso mental, surrealismo desatado. Hilarante, tontísima en el mejor sentido. Es todo tan exasperantemente bobo que la trama no avanza, y sus personajes están realmente atascados. Una experiencia cinematográfica única, de las más memorables de todo el festival. Pero como no puede ser de otra manera, cuatro horas de los mismos gags saturan, y el aleatorio argumento no sabe adónde va, perdiendo progresivamente nuestra esperanza conforme avanzan los capítulos. Como producto cerrado coherente y redondo, no hablamos de una gran miniserie. Pero como experiencia cinéfila, sin duda hablamos de uno de los puntos fuertes del festival. Para espectadores abiertos a lo incierto.