Abre el documental una llamada de socorro realizada desde una embarcación a la deriva. Los equipos de rescate salen a prestar su ayuda y al final regresan como habían partido. Esta es la cruda realidad que suelen afrontar unos pocos ante la pasividad de ciudadanos y autoridades, instituciones i medios de comunicación en general que solo acuden a esta realidad en contadas ocasiones. Es evidente que existen seres humanos de primera y de segunda categoría. Y ya ni siquiera la muerte nos iguala los unos con los otros.
El documental también avanza a través de los conflictos y necesidades que padece la isla de Lampedusa. Un territorio y sus gentes que dependen de las decisiones de una empresa privada que presta el servicio de trasporte tan necesario. Así que cuando el ferri que une la isla con el resto del mundo sufre un accidente que lo inhabilita la compañía lo sustituye por otro del todo insuficiente. Una decisión que condena a los pescadores y que dificulta el suministro de los productos básicos en la isla.
Pero sobre todo es Europa la gran protagonista. Por ausente e ineficaz. Por incompetente.
Este documental es imprescindible porque nos abre los ojos a una realidad que seguramente muchos desconocíamos. Pero es más necesario si cabe porque este drama personalizado en Lampedusa es el mismo que viven los refugiados de todo el mundo, los ciudadanos desamparados por su gobierno y que sostenemos con nuestra indiferencia.