Se habla de la relación difícil entre un padre y su hijo adolescente. De los efectos de la crisis. De las mafias que proliferan alrededor de la migración ilegal. De la necesidad de encontrarse a uno mismo; de redimirse y de hacerlo a través de los otros. Del perdón. Del primer amor. De la memoria histórica y el peso del pasado. Y todo ello (y algo más) cabe en esta pequeña cinta de poco más de hora y media. Este es el primer logro. El segundo, como ya he señalado, es la responsabilidad y sobretodo la entereza y realidad con que se tratan estos temas.
Uno de los temas que mejor retrata la película es el de la felicidad. Y se nos presenta aquí como aquel estado efímero que se sustenta sobre unos cimientos pantanosos y poco éticos. Podemos aceptarlos o no, pero no deberíamos ignorarlos en la era de la información. Es muy sugerente en este sentido la fiesta en que se celebra el santo del personaje protagonista.
Muy interesante la relación que se establece entre la necesidad extrema (del protagonista principal y los anónimos emigrantes) y la falta de escrúpulos de los que acostumbran a sacar tajada. "Nadie es ningún santo" dice uno de los personajes para justificar tanta maldad.
En definitiva una película pequeña e interesante. Llevada a cabo con solvencia por el director y un magnifico plantel de protagonistas, todos igual de necesarios. Una pequeña joya que recomiendo encarecidamente.