Haz click aquí para copiar la URL
México México · Ciudad de México
Voto de Iván Rincón Espríu:
1
Drama Por un burdel de mala muerte pasean sus frustraciones una serie de sórdidos personajes. La aparición de una forastera con aires de princesa, trastoca el equilibrio del establecimiento. (FILMAFFINITY)
7 de enero de 2024
Sé el primero en valorar esta crítica
‘El carnaval de Sodoma’ (México, 2006), de Arturo Ripstein, confirma la impresión que me dejó ‘La virgen de la lujuria’ (México, 2002), su bodrio anterior: que el otrora cineasta consentido del gobierno priista y compañía tratan de compensar la falta de talento, calidad, creatividad y buen gusto, con una doble provocación: la mercadotecnia del título (siempre la misma sintaxis, como sello) y la ofensa, primero a los refugiados españoles en México y después a los chinos; en ambos casos, ofenden también al público.

Independientemente del lugar en donde ocurran los hechos, según la novela homónima en que está “inspirada” la cinta, ésta reafirma otro sello del director y Paz Alicia Garciadiego, su esposa y guionista: reproducir sin excepción prototipos de mexicanos con vocación de jodidos; pero el patetismo grotesco de los personajes (que rima con ridículamente pintoresco y despectivamente caricaturesco) tiene un efecto de búmeran al proyectar el patetismo grotesco de los realizadores, que van de mal en peor. Aquí ocurre, por ejemplo, la aberración de que todos los clientes de un prostíbulo son inconscientemente homosexuales; los que no son impotentes, se encaman en la oscuridad con un hombre viejo que de ninguna manera parece mujer, pero ellos creen que lo es y, para colmo, se enamoran, como si alguna droga en el té chino los embruteciera más. Este hecho no sólo es inverosímil, sino que propicia serias dudas sobre la salud mental de Ripstein y Garciadiego.

En cuanto a lo demás, la primera mitad de la película se caracteriza por las pésimas actuaciones de todos y una escenografía de papel de estraza, como siempre, de ínfima calidad, improvisada y barata, algo que también caracteriza infaliblemente a Ripstein, es otro de sus sellos. Los diálogos y monólogos de Garciadiego no son menos absurdos. El humor no es negro, como quisiera, sino gris. El sentido de la narración, pretendida y pretenciosamente circular, es repetitiva, reiterativa y redundante hasta la náusea, porque además se regodea en la inmundicia y la degradación, lo cual es congruente con todo lo anterior y quizás intenta ser parte de la misma provocación para causar polémica y escándalo, a falta de aporte alguno en algún aspecto artístico, así sea mínimo.

Por simple curiosidad, me pregunto cuánto habrá costado esta basura, peor que la anterior, y por qué la conocimos con años de retraso; ¿compitió antes por los premios que suele anhelar un cine mexicano de pésima factura, que desprestigia mundialmente a México todavía más, al representarlo? ¡Por favor!
Iván Rincón Espríu
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow