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España España · Ferrol
Voto de Sahar:
6
Drama Narra la historia de amor entre el famoso pintor Henri de Toulouse-Lautrec y la bella Suzanne Valdon. (FILMAFFINITY)
4 de febrero de 2010
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película que nos lleva a los efervescentes tiempos de la Belle Époque ayudándose de excelentes intérpretes y de una exquisita ambientación. Es como una copa de champán doradito y lleno de burbujas para degustar en el Moulin Rouge a ritmo de can-can. Pero produce cierto bajón, paradójicamente, que se abuse de las escenas festivas, bulliciosas y jaraneras (faltan escenas de quietud que sirvan de contraste, porque de esta manera las escenas revoltosas casi terminan por no funcionar). Tiene poco que ver, por lo tanto, con la silenciosa introversión del "Van Gogh" de Maurice Pialat.

Régis Royer dibuja y colorea magistralmente un Lautrec que mezcla el cinismo con el carácter infantil de una manera que resulta enternecedora. Al contrario que su amigo Van Gogh, en la locura termina hallando la estabilidad que no tenía estando cuerdo.
Elsa Zylberstein deslumbra una vez más como musa de la Belle Époque (ya lo había hecho en "Van Gogh"), modelo de Lautrec y de Renoir que en ningún momento se muestra como florero pasivo (ella misma es pintora) y que entabla una relación muy interesante con el protagonista: lo ama pero siente envidia pictórica hacia él (no así hacia el viejo Renoir, con quien mantiene una relación más paterno-filial; como si la envidia sólo pudiera surgir entre iguales). Otro aspecto paradójico de su personaje es la contradicción de vivir en ese libertinaje bohemio, pasando media vida en pelotas como si nada, pero sintiendo al mismo tiempo deseos de una convencional respetabilidad ("¿cuándo me vas a presentar a tus padres…?", "¿cuándo nos vamos a casar…?").

En la película vemos el famoso cuadro de Suzanne Valadon (el personaje de Elsa Zylberstein) pintado por Renoir con ese aire bucólico y campestre que le caracterizaba. Lautrec repudiaba todo ese mundo del campo (¿celos hacia Renoir a causa de su musa compartida?), centrándose su pintura en los ambientes cabareteros de los bajos fondos. Tal vez así, viviendo entre las extravagancias de la noche parisina, sentía que su minusvalía era menos llamativa y menos rara.
Sahar
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