Haz click aquí para copiar la URL
España España · Ferrol
Voto de Sahar:
6
Drama Una pequeña compañía de teatro ve cómo la censura sueca prohíbe su espectáculo. Los actores son convocados ante el juez de instrucción. Sorprendentemente, el juicio provoca comportamientos neuróticos tanto en los actores como en el propio magistrado. (FILMAFFINITY)
14 de agosto de 2007
19 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hiper-austera, minimalista y claustrofóbica película, basada en interiores y primerísimos planos, desnudos y espartanos (lo que en ocasiones la hace ardua de ver), sobre un juez y tres actores a los que procesa por representar un espectáculo supuestamente indecente.
Entre los artistas y el juez se desarrolla una relación opresor-oprimido, pero sin que esa dicotomía sea unidireccional, sino de una continua doble dirección:
El ejecutor de la ley es por un lado insobornable y eficaz (poniendo contra las cuerdas varias veces a los artistas) pero también es débil y temeroso. A su vez, esa tríada de actores distan mucho de los bondadosos comediantes de “El séptimo sello”, rebelándose contra la autoridad, arrinconándola, y finalmente destruyéndola, con momentos de una violencia verbal tremendamente punzante, e incluso a veces cercanos al sado-maso (máscaras, bofetadas, símbolos fálicos…).
Hay un cierto carácter infernal en los tres acusados: durante toda la película el sudoroso juez se queja del calor; en una escena hace su aparición el fuego; y los imputados acuden a la entrevista final encapuchados con unos chubasqueros que los asemejan a oficiantes de una misa negra. De hecho es ahí cuando celebran el siniestro “rito” del título, al ritmo de ceremoniosos golpes de piano y de tambor:
El arte no debe juzgarse, y hay que acabar con esa censura que mete las narices en la creación artística, y que además lo hace con la hipocresía de las buenas formas por delante para disimular sus intenciones represoras, y con la excusa de formar parte de un entramado indefinido: “cumplo órdenes; aplico las leyes; son necesarias estas formalidades… etc”.
Pero el trío de acusados no está muy dispuesto a pasar por el aro.
Es interesante por otro lado su unión en contra del juez, pero la desunión que demuestran entre ellos, manteniendo una relación de dependencia insana y crispación constante, y conformando una suerte de Santísima Trinidad corrompida.
Muy bien como casi siempre los actores, con mención especial para el que hace de ese juez más víctima que verdugo: le confiere al personaje un aire intachable y formal acompañado de grandes dosis de humanidad, cercanía y fragilidad (aquí se ve la astucia de Bergman, que se cuida de demonizar al "censor" y de santificar a los censurados, huyendo de discursos fáciles e introduciendo su habitual ambigüedad moral).
Sahar
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow