Mismos personajes y mismo universo vital en esta secuela que narra las nuevas andanzas de la sin par Carmina en forma de comedia negra con muertos escondidos, velatorios surrealistas y vecinas tronchantes/emotivas.

Carmina representa un tipo humano muy en la tradición de la picaresca española: persona situada al borde de la marginalidad, superviviente de muchas cornadas, desprejuiciada a la hora de urdir engaños y fraudes, tragicómica al hacer chistes en los momentos de mayor desgracia, bronca en las formas pero tierna en el fondo, solidaria con los suyos…, todo un prototipo de "echá p´alante" que resulta simpática aun sin ser ejemplar.

De hecho, Paco León se revela como un director ciertamente audaz colocando a su madre en situaciones a menudo muy poco decorosas, o haciéndole decir unos diálogos que pa qué ("te voy a meter una patada en el coño que me voy a dejar el zapato dentro").

Naturalísimas actrices. A las ya conocidas Carmina Barrios y María León se suma Yolanda Ramos, que pronostico desde ya como próxima ganadora del Goya a la mejor actriz revelación. Su papel de vecina orgullosamente fumada es la bomba.