La pareja sale, se divierten, se enamoran, se desean, y cada uno quiere empezar una vida nueva al lado del otro. Pero un gran problema iba a destruir la relación, la obsesión enfermiza del protagonista por la camarera.
El padre del asesor era sastre y al morir, le dejó el local de la sastrería, que estaba justo enfrente de donde vivía la camarera, y la observó mucho antes que ella sintiese algo más por él. El motivo de que la camarera no se lanzara en sus brazos, aún deseándolo, era su novio y la enfermedad que tenía, no se podía valer por sí mismo y tenía media parte del cuerpo paralizada, da bastante pena, porque él sabe que su novia lo está engañando.
Una vez han decidido romper la líneas de su hasta entonces vida los protagonistas, quieren irse juntos y dejarlo todo, pero llegó el día de la verdad (el de romper con sus actuales vidas) y la camarera subió al desván del local y se encontró con todos los retratos, pinturas, etc, eran cientos que tenía sobre ella. Al descubrir eso, ella decidío marcharse, justo cuando la esposa del asesor llegó al desván y descubrío a la camarera allí sola, todo un bombazo para las dos. El mismo día que se rompieron totalmente las líneas de sus vidas, se rompieron también las de su historia de amor, nunca más volvieron a encontrarse.