Fresca en su planteamiento, esta historia cruzada de resultados inesperados, de circunstancias adversas y de vidas destrozadas, conviven con un factor desencadenante, en forma de parábola, que insta al espectador a resolver de forma crucial las causas de lo vivido. El juego de las tramas acaricia con vehemencia la tragedia. Las interpretaciones son vividas con ansia de esclarecimiento, con tintes de drama esperado, pero con resolutiva vivencia. Un elenco es distorsionado por la crudeza de sus acciones pero en todo momento revueltas por la dicotomía del bien y el mal. Lo que momentáneamente da la felicidad, lo que de verdad aporta está hiperbolizado para erradicar las mentes más sencillas. Cómo el orden de los factores no alteran el producto, cuando los factores son el problema de su sumatorio. No hay que culpabilizar, hay que reasignar para no solapar la verdad. La enfermedad expresada en sus tramas son la sociedad desigual que destroza todo a su paso. A pesar del vislumbramiento de salida final.