La sensación final es la de un instante alargado, una trama perdida, un impacto visual y una historia ralentizada. Parece que, a pesar de ciertos momentos de viejas glorias, necesarios, intensos y esperados, le falta el gancho, la fuerza, la tensión que podríamos necesitar o querer. No es una pérdida de tiempo, no está carente de impactos puntuales, pero el guion rellena esos huecos con subtramas a veces sin vida propia, no llega a alcanzar los nuevos personajes el interés o la carga emocional que necesitaríamos para seguir con la llama en nuestras pupilas. A veces, es por hastío que llegaremos al final, un final que no agradará ya que el tiempo nos dejó las marcas de la idealización. A parte de eso, tiene acción, buenos diálogos, una ironía que puede descompensar o descolocar y que muchos verán innecesaria. La alargada sombra del pasado y de sus actores nunca se borrará.