El gran lastre del film puede ser la no profundización de los personajes, de sus múltiples aristas personales y de la historia que puede haber detrás. No siempre hay que desenmarañar toda la causalidad de cada movimiento, pero también interesa intentar entender todo lo que esconde cada movimiento personal. El punto de vista siempre es aire fresco. A pesar de que parece que la historia se centra en Kacey Mottet Klein entendemos que la verdadera guía de la trama es la abuela Catherine Deneuve. Su intento de analizar la situación y de intentar entender la actuación de su nieto es el gran acierto. No se trata como personaje de justificar, si no de intentar entender la lucha por la salvación de sus ideas por parte de una persona implicada y que se juega lo único que le alegra su vida. La trama gana peso cuando asistimos a esa lucha tanto interna como externa de entender a Deneuve, cauta, sigilosa y hasta demasiado precavida. La visceralidad no es parte de su personalidad y así lo demuestra hasta el fin. La esperanza sobrevive con ella. Así pues el guion nos muestra esa confrontación, a veces demasiado cauterizada, del intento de salvar lo que más queremos, con gran respeto (demasiado a veces) donde la culpa sobrevuela a sus personajes como un ítem constante pero oculto.