Tan plausible como irónica. Tan extravagante como tangible. Referenciada continuamente a la realidad, pasamos el tiempo como espectadores viendo y comparando lo que de verdad esconde cada palabra, gesto, actitud y acción. Un análisis de los bajos fondos de una sociedad enferma, llena de falsa moral, que aunque intentemos creemos que nos autoengañamos. Un compendio de suspicacias y realismo aletargado que nos inquieta tanto como nos hace reír. Cuan filósofos intentamos creernos a los buenos y etiquetamos a los malos siendo garantes de la bondad. Un ejercicio de autoliquidación de la realidad. Una creación postapocalíptica pero cercana, sin necesidad de alardes argumentativos vemos más allá de cada mentalidad. Un guion fresco, dinámico, con genialidades argumentativas y hasta diálogos creíbles. Una caricatura de la caricatura real, porque ese es el punto de partida, hacer ver que lo penoso es mejor que la realidad.