Es pura magia. Por momentos he visto como un halo de energía positiva salía de la pantalla directo hacia mí y me envolvía por completo, para contagiarme de forma inapelable, su feliz polaridad. Se trata de ese cine discreto que transporta y deja fluír un enorme encanto, buscando encontrar corazones que todavía conserven algo de pureza. Sientes mientras te emboba, un pellizco cargado de verdad, en cuanto al desperdicio de la vida y el tan simple pero difícil y necesario anhelo de riesgo, para que todo vuelva a latir. ¿Y acaso hay algo más importante? ¿Para qué coño estamos aquí?

Me quedo con este nombre, Silvio Soldini, con un grupo de actores de los que nadie desentona y por supuesto, me relamiré especialmente, recordando la sensacional interpretación de Licia Maglietta, por su naturalidad, su expresividad, su gracia y en definitiva, por conformar esa varita mágica nuclear que con un ínfimo toque, de ipsofacto nos convertirá en adeptos.

Genial y de un buen rollo hipnotizante.