Estamos ante una de las comidas más afiladas del nuestro cine, una alegoría amable de la transición política, contemplada desde el amable prisma de la prensa rosa y el amor clandestino de una curiosa pareja.

En la historia, en una cena de gala en París ofrecida por los Reyes de España, coinciden Santi (Puigcorbé), miembro de la escolta real, y Diana (Belén), una mujer de la alta sociedad que sale asiduamente en las revistas del corazón. Al ver y reconocer a Santi, Diana sufre una especie de conmoción. Había sido su amante de juventud y no lo veía desde muchos años atrás. Su encuentro primero se produjo en 1965 en el hotel donde se alojaron The Beatles cuando dieron un concierto en Madrid. El flechazo entre ella (Cruz) y él (Diego) fue fulminante y recíproco. Y así siguieron mucho tiempo. Pero con el transcurrir de los años los efectos secundarios de ese amor se revelaron perjudiciales para la salud y llenos de zozobra.

Película con olor a alta comedia, con referencias a otras obras hollywoodienses como Desayuno con diamantes (1961) y otras, mujer de cascos ligeros con un amor plebeyo imposible y obsesivo.

Es también una cinta en la que se pretende crear un ambiente común con el espectador. Al estilo Forres Gump (1994) de Robert Zemeckis (protagonista de acontecimientos cruciales de su país durante varias décadas en vídeos de época) o Zelig (1983) de Allen (cuyo personaje es testigo de sucesos importantes de los años treinta en imágenes de archivo), Gómez Pereira introduce a los personajes del filme en escenas históricas del Nodo de tiempos pasados.

Hay igualmente una lectura política, pues asistimos a la transición política del ‘78 desde prácticamente los comienzos de la misma hasta el final del período socialista, un amplio segmento de nuestra historia que es tratado con humor y buena onda al hilo de los amores Diana y Santi.

Dirección magnífica de Manuel Gómez Pereira que sigue un guion muy bien trabajado, ameno, muy alegre y divertido. Interesante la música de Bernardo Bonezzi, magnífica la fotografía de Juan Amorós y genial puesta en escena.

El reparto es de lujo. Si empezamos por el personaje central que es quien lleva el peso de la obra, interpretado por dos grandes actrices donde está Penélope Cruz (la Diana de juventud); y una Ana Belén elegante y brillante (la Diana de madurez); la contraparte masculina están interpretados en su época de juventud por un inspirado Gabino Diego a quien sucede de manera excelente Juanjo Puigcorbé, cuando el personaje es ya un hombre maduro.

Comedia divertida, historia ácida protagonizada por un cuarteto muy conocido y magnífico del cine español. Amores imposibles que se sirve con calidad y enorme sentido del humor para una comedia ágil y muy bien dirigida.