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España España · Granada
Voto de Kikivall:
9
Drama Oum Yazan, madre de tres hijos, atrapada dentro de su casa en una ciudad sitiada en Oriente Medio, ha convertido su apartamento en un puerto seguro para su familia y vecinos, tratando de protegerlos de la guerra. Cuando las bombas amenazan con destruir el edificio, los francotiradores convierten los patios en zonas mortales, y los ladrones entran a reclamar sus terribles recompensas, mantener el equilibrio de la rutina dentro de las ... [+]
16 de abril de 2018
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película en toda regla, no en vano ha ganado el premio del público en el Festival de Berlín (Sección Panorama), en el Festival de Copenhague y en el Festival de Sevilla. Premios del público, sí, porque al fin es el espectador el que no engaña, el que podría considerarse como principal garante de premios y reconocimientos. Y es que, cualquiera que vaya a una sala de cine a visionar esta cinta se dará cuenta casi de manera inmediata que es sobrecogedora, que mantiene en vilo al espectador viendo como una mujer que no quiere el recurso de la huida, tiene que mantener encerrada a su familia en su modesto apartamento, y desde esa restringida área no salimos en los 87 minutos que dura el metraje. Escasos metros cuadrados para un drama de dimensiones homéricas.

El director y guionista, el belga Philippe Van Leeuw, hace una reflexión sobre la cobardía de huir, de dejar atrás a los tuyos, y sobre las situaciones límite en las que apenas caben la solidaridad o el heroísmo. La situación es tan difícil que existen pocas decisiones razonadas, si acaso algún impulso heroico irracional. Pues bien, en esta localización irrespirable y limitada, Van Leeuw es capaz de lograr una puesta en escena ágil, sin afectaciones ni sacudidas de cámara. Así, en unos pocos metros cuadrados de habitáculo, recorriendo la casa, consigue construir el centro universal más peliagudo y espinoso del comportamiento humano.

Alma mater está rodada con escasos medios técnicos, con una cámara portátil que consigue una atmósfera intimista y que consigue introducir al espectador en la vida familiar y arriesgada de unas personas corrientes.

Tiene la película una música meritoria de Jean-Luc Fafchamps que cubre el drama unida a sonidos de helicópteros de bajo vuelo, disparos y proyectiles explosivos. La iluminación de Virginie Surdej da un brillo misterioso al apartamento y esta esta excelente fotografía de Surdej se desplaza por los espacios de la casa con la tensión a cuestas, a modo de acta notarial angustiosa que se da de bruces con dramas poderosos.

En cuanto al reparto, el trabajo de los actores está encabezado por la grande y descomunal actriz palestina Hiam Abbass que está sencillamente apabullante y con una descomunal vis dramática. Y aunque la vertebración del film corra de parte de la madre, todos los personajes son substanciales y precisos para la obra.

La película es, en cierto modo, un ejercicio de juego macabro donde fuera está la guerra y dentro una familia atravesada por la tensa sensación de una muerte que acechay en esa agonía y falta de sentido, una mujer incalificable que se mueve por los escenarios restringidos del film con la certeza de que hay infinitud de precipicios que necesariamente hay que saltar.

Película desasosegante y terrible, pero tomada de situaciones reales que están ocurriendo, escenarios y situaciones que vemos cada día en noticiarios televisados, en prensa escrita u online, realidades a las que ya nos hemos habituado y por las cuales hemos perdido sensibilidad. Pero quienes vean esta cinta no podrán dejar de empatizar con sus protagonistas. Es una manera de interiorizarnos de un conflicto que respiramos a diario y al que hacemos oídos sordos. Por eso esta película puede servir para despertar conciencias. De hecho, Van Leeuw ha declarado que esta película ‘proviene de un sentimiento de injusticia’.
Kikivall
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