Tony es un piloto de avioneta que ha tenido un accidente cayendo en un poblado gitano, lo cual que hubo niños muertos en el tal siniestro, tal y como concluye el resultado de un juicio. A partir de ahí los gitanos le harán responsable y juran venganza. Debe entonces huir constantemente para salvar su vida llegando hasta Canadá, cuando por azar cae sobre un hombre moribundo que le hace partícipe de un secreto, dinero por medio.

En este punto Tony es secuestrado por una banda mafiosa que le lleva a una pequeña granja aislada del mundo por un lago, donde una serie de gánsteres intentan sonsacarle dónde se encuentra el dinero hasta que, progresivamente, Tony decide unirse a ellos.

Tiene el film un estilo singular que hace de éste único y especial. Los giros de guión, muy bien calibrados, son los típicos de un film de género: la forma en cómo se van descubriendo las verdades, las luchas de poder, típico triángulo amoroso, la amenaza exterior de los gitanos, etc.

Otro de los puntos fuertes del film es un reparto de lujo. El francés Jean-Louis Trintignant no decepciona encarnando a un protagonista inmoral y muy listo que, empero, resulta atractivo. Y del norteamericano Robert Ryan está casi todo dicho, fue uno de sus últimos papeles y demostró hasta el final de su vida que era un actor de los muy buenos e insuficientemente valorado.

Es una película que captó mi interés de inmediato cuando la estaba viendo y la considero una obra interesante, aunque con algunas fallas en el guión que hace que en ocasiones resulte poco creíble.