Lo mejor de esta comedia argentina es, sin duda, la elección de sus dos protagonistas. Con un encantador Mariano Martinez, que te conduce por toda la historia de forma entrañable y humana, su conexión con su pareja interpretativa es una chispa que se contagia y se adolece dulcemente. Con su caracteristico humor tierno y sensible, amargo y agotador -los argentino son exquisitamente únicos en esto del Séptimo Arte- es fresca y nada pesada, discurriendo la historia de forma sencilla y cercana. Sin demasiados miramientos y unos secundarios bastante flojos, la pareja y su historia de amor -me repito, fundamentalmente él- es lo bastante atractiva para provocar esa sonrisa picaresca que toda comedia romántica debe producir en el espectador. La exclusiva presencia del encantador narrador de esta narración es motivo suficiente para perder hora y media visionando esta, para nada excepcional pero por ello tiene más valor, achispada y gozoso película. Sin pretensión de peliculón, en su sencillez reside su grandeza. Disfruten de un plato ligeramente completo y sabroso