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Acción. Thriller
Un tren que transporta cabezas nucleares sufre un accidente en los Urales (Unión Soviética) y provoca una explosión nuclear. La Dra. Julia Kelly (Nicole Kidman), una funcionaria del gobierno americano experta en contrabando nuclear, descubre que el accidente forma parte de una trama relacionada con el tráfico de arsenal nuclear, una tapadera para ocultar el robo de material militar por parte de una organización mafiosa con destino a la ... [+]
22 de diciembre de 2009
25 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin lugar a dudas estamos ante una obra de culto sin paliativos. Con un extraordinario guión, basado en profundos y certeros conocimientos sobre la geopolítica y el terrorismo internacional, sus calcadas recreaciones de los tristes paisajes centroeuropeos y euroasiáticos y unas interpretaciones muy creíbles, Nicole Kidman como experta en contrabando nuclear y George Clooney como el socarrón pero visionario coronel norteamericano (desde Steve McQueen y Ali MacGraw en “La huida” no se ha visto tanta química sexual). A continuación se repasan los puntos claves de su apasionante acción.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Margaret Albright (Kidman) descubre que los ineficientes burócratas rusos se dejan robar parte de su arsenal nuclear por unos mafiosos chapuceros que quieren vendérselos a los pérfidos terroristas para atacar la democracia y junto con Clooney van recorriendo varios países de Europa y Asia (por supuesto sin reparar en que existen fronteras entre los países para entrar y salir y que estos disponen también de policía, ejercito, funcionarios y Leyes) hasta dar con ex soviéticos y ex yugoslavos, con mafiosos y terroristas (que sabemos que algo malo planean ya que hábilmente los presentan con el típico refinamiento europeo: su gusto por la música clásica y la ópera, las antigüedades y la buena bebida). También hay un resentido terrorista ex yugoslavo y una intervención final para salvar la 11 con la 34 de Manhattan del caos extranjero, protagonizada en solitario por la incansable e hiperactiva pareja, mil veces más efectiva que los 50.000 policías metropolitanos de los que dispone diariamente la ciudad de Nueva York. En fin, película que, sin llegar a las altas cotas de emoción alcanzadas por “Cuando éramos soldados” (2003) (en la cual el patriota –ajeno- Gibson ve morir, alcanzado por el traicionero disparo de un “charly”, a uno de sus muchachos, que suspira mascullando antes de expirar: "me alegro de morir por mi país") hará las delicias de los cinéfilos más exigentes.