Cine independiente, experimental, mediometraje, musical, año 1964... hoy en día cualquiera que lea esto en el apartado "género" de un film, incluso aquellos que se tienen por personas avezadas en el campo del celuloide, pensarán sin duda alguna que se trata de una película rara e incomprensible, apreciada únicamente por aquel tipo de cinéfilo maníaco, neurótico, obsesionado con el cine, que surgió allá por la década de los 60, época en la cual, según los más versados en el tema, el cine experimental alcanzó su máximo esplendor (tal y como retrata el maestro Bertolucci en "The Dreamers" de una manera admirable).

Sin embargo, todo aquel buen amante del 7º arte, todo aquel apasionado del experimentalismo cinematográfico, todo aquel que realmente sepa en qué consiste hacer cine, se encontrará cuando vea esta maravilla con la que puede ser una de las mayores obras maestras de este tipo de cine: una incondicional genialiad, una creación de innegable superioridad, una majestuosa realización que solo aquellos más doctos y experimentados genios del cinematógrafo sabrán apreciar en toda su magnitud.

Mezclen a un grupo de motoqueros nazis de tendencias homosexuales, brutales palizas, violencia, las mejores melodías de la época, todo esto intercalado perfectamente con imágenes de Jesucristo y, finalmente, añádanle la particular visión del maestro Anger. Resultado: una grandiosa y legendaria pieza que pasará a los anales de la historia del cine como una de las más extraordinarias obras del cine experimenteal e independiente, un inigualable fragmento de dimensiones estratosféricas.

En fin, este film es, en mi opinión, el más perfecto de su género, quizás superado, únicamente, por Lucifer...