Una noche cualquiera, sin previo aviso, alguien le roba (la vida) al novio de la alfarera. ¡Qué desgracia! ¡No hay derecho! Y la pobre llora desconsolada, porque ya no tiene a nadie que la joda (perdón, fastidie) mientras modela jarrones.

Pero es que la cosa es aún peor de lo que parece, ya que el mozo se ha quedado por ahí vagando, en vez de morirse en paz, porque tiene que descubrir quién lo mató y por qué, y además, tiene que proteger a la alfarera de cualquier peligro potencial. ¡Qué trajín!
Para ello, busca ayuda en una médium a la que pide, entre otras cosas, que mantenga relaciones lésbicas con la alfarera. Y la médium, intimidada, accede, porque es la primera vez que ve un fantasma, y eso impone. Lo que no sé es por qué accede la alfarera a comerle la boca entera a una negraza de morros morcilleros, que tan poco se parece a su difunto amado. Creo que es porque la hipnotizan con una monedita que trepa sola por las paredes. No sé. Supongo que antes del desdichado óbito el muchacho tenía la fantasía, tan extendida entre los machos de medio mundo, de ver a su chica en plan rollo bollo… porque si no no se explica a qué viene la escenita esa…

El caso es que la peli ésta al menos es original, y además plantea una más que improbable teoría sobre el más allá.

Una peli romántica con cortes fantásticos, un par de enamorados no-casposos (algo inaudito en la época), una intriga criminal (tontita, pero intriga) y una simpática Whoopi Goldberg que es, para mi gusto, lo mejor de la peli.