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España España · MADRID
Voto de VALDEMAR:
6
Comedia 1970. Con el movimiento "hippy" en plena efervescencia, una familia un tanto atípica pasa sus vacaciones en Ibiza. Durante su estancia, vivirán placenteros días de sol, amores pasajeros y también algunos malos momentos. El padre, actor de profesión, es un hombre que nunca se ha ocupado suficientemente de su familia; la madre, que sacrificó su carrera de actriz por sus hijos, vive entregada a ellos en cuerpo y alma; los chicos, por su ... [+]
18 de junio de 2009
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nunca olvidaré una de las primeras frases que soltó mi abuela el día en que enviudó. La transcribo literalmente: “Por fin voy a poder comprarme una lavadora”. No hay por qué llegar a estos extremos, pero eran otros tiempos.

La opción más sana sigue siendo la soltería, pero si, en un descuido mental, mutas tu estado civil natural y tu vida se convierte en un infierno, siempre te queda el recurso del divorcio, que es costoso y doloso, tanto emocional como crematísticamente, o la separación, sin más.

Cuando Julia decide, por fín, mandar a hacer puñetas al déspota de su marido, para ella comienza el Tiempo de la Felicidad y en él va aprendiendo a instalarse, poco a poco, con la ayuda de lo más preciado que tiene, sus cuatro hijos adolescentes y piraos, que sólo piensan en sus ligues de verano, natural. Estos jovenzuelos, al tiempo que su madre se instala en su nueva y merecida ausencia de capullos que la lastren, tienen la difícil tarea de instalarse a su vez en uno u otro bando. Porque esto es algo que en esta circunstancia odias hacer, pero enseguida comprendes que no te quedan más cojones, porque es una guerra, más o menos cruenta, eso depende de cada cuál, pero guerra al fin y al cabo, y en la guerra hay que posicionarse. También se puede ser espía, chaquetero…

Tratada a modo de drama ligero con tintes de comedia, esta película tiene más chicha de la que aparenta, pero ante todo, termina siendo una agradable y simpática propuesta, en la que destaca sobre todos sus méritos la perfecta dirección de actores que hace Iborra y la interpretación de todos ellos, sobresaliendo Pepón, que sabe aprovechar el hecho de tener el personaje más goloso.

La nota discordante entre tanta armonía la pone el nieto de Rabal, que ni es actor ni es ná.
VALDEMAR
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