Daniel Sánchez Arévalo ha creado su propio e inclasificable género. Porque, vamos a ver, esta peli, ¿qué es?:
Comedia NO; Drama NO; Comedia dramática NO; Comedia romántica NO; Melodrama NO…
veamos, más opciones…. Musical NO; Suspense NO; Histórico NO; Costumbrista NO; Acción NO…
pero entonces… ¿qué coño es esto?:
No sé; será una danielada. Y lo escribo con minúscula porque debe ser éste un género menor.

Las danieladas se diferencian de todas las demás pelis españolas por:
- Desaprovechar al máximo a los buenos intérpretes con los que cuenten (Raúl Arévalo no tiene ni una triste frase, Héctor Colomé se pasa más de la mitad de la peli desmayado y Roberto Álamo hace el subnormal)
- Dar demasiada bola a los intérpretes no tan buenos (Los novios, que hablan mucho pero no se sabe que dicen, ó Quim Gutiérrez y sus solemnes discursos)
- No tienen ritmo ni tono definido.
- Empiezan siendo aburridas y terminan siendo deprimentes.

De no haber sido por Antonio de la Torre no la hubiese visto hasta al final. Ni la mitad, siquiera.

Estimado Daniel, de verdad que veo tus pelis porque considero que le echas imaginación a tus historias y además me caes bien, pero lo cierto es que, por más que lo intento, nunca me gustan tus danieladas. Son una auténtica pesadez sin sentido. Y esta se lleva la palma.