Un año después de Regreso al Futuro, Coppola estrenó esta otra peli de viajes en el tiempo, que carece de ciencia-ficción, de ciencia y casi hasta de ficción, ya que plantea la típica tribulación tan extendida en el género humano del qué hubiera sido de mi vida si en vez de hacer tal, hubiese hecho pascual.

La prota de lo que se arrepiente, y con razón, es de haberse casado con Nicolas Cage. Pero una cosa es que el espectador comprenda perfectamente la barahúnda mental de esta muchacha, y otra diferente es que le importe.

La peli es extraña por muchas cosas, destacando sobre todas que la gente tiene el mismo aspecto a los 18 que a los treinta y tantos. Bueno, eso, y el tupé de Nicolas Cage, que tiene tela. Además, no se sabe si es comedia romántica, melodrama simplón o peli de sobremesa, aunque agradable y con algún momento inspirado de sensibilidad contenida.

Las pelis de viajes en el tiempo sin cacharros de transporte ni científicos sonaos quedan muy insípidas, aunque las haga Coppola.