Como todo el mundo sabe, esta peli pertenece a esa categoría que es al cine lo que la canción del verano a la música; un producto de consumo fácil creado para que la gente que tiene que pasar el estío en la ciudad se meta en el cine a disfrutar del aire acondicionado cuando no tenga nada mejor que hacer. Por tanto, no se puede esperar mucho de estas pelis. Que entretengan, a lo sumo.

Pues esta de los monos sorprende un montón, y para bien. Empezando porque ESTÁ HECHA DE PUTA MADRE (que podría decirlo más fino, pero no más claro). Visualmente, un espectáculo espectaculoso, de alto nivel.

El arranque es un poco Jumanji, raro, pero enseguida tu cerebro deja de ver animación y empieza a ver antropoides, de todos los tipos y tamaños, aunque sólo hay un orangután, pobre, de dónde habrá salido. En cualquier caso, parece de verdad, también. Todos los simios lo parecen, con esos ojos tan expresivos. Ya quisiera Bradley Cooper… o Gary Cooper.

En cuanto al guión, mantiene en todo momento un recatado respeto por la inteligencia del espectador, sea cual sea su edad. La historia ahonda en los valores clásicos y básicos, como no podía ser de otra manera, pero lo hace con elegancia y contando las cosas bien. Si obras con justicia y sensatez, eres listo. Si haces la guerra a lo loco y tienes cara de mono, como George W. Bush, eres tonto. Y no hay más.

Lo que también es cierto es que a la peli le sobra un rato, ponle media hora. Termina por empachar. Creo que hubiese quedado mucho mejor si le hubiesen quitado alguna de las múltiples escenitas de lloriqueo tontolín, pero por lo demás, muy bien. Y además, sale Gary Oldman. La recomiendo.