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España España · Barcelona
Voto de Quim Casals:
8
Aventuras. Drama Dos amigos que viajan juntos deciden abandonar la autopista y lanzarse a la aventura; pero, cuando se pierden en medio del desierto, empieza para ellos una auténtica odisea en la que sus principales enemigos serán el calor y la deshidratación. (FILMAFFINITY)
10 de enero de 2013
15 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las cosas que encuentro más gratificantes del cine es su imprevisibilidad acerca de concatenaciones a priori lógicas. Así, formas cinematográficas muy diferentes o proyectos que incluso son concebidos por sus creadores en términos de franca oposición ("Río Bravo" vs "Solo ante el peligro" o "El proceso a Juana de Arco" vs "La pasión de Juana de Arco") no tienen porqué producir el mismo efecto en el espectador, libre de compatibilizar con ellas su gozo.

Y, al revés, obras gestadas en el símil pueden generar una gran disonancia en su recepción. "Gerry" nació de la admiración de Van Sant hacia Béla Tarr, al que homenajea (algunos dirían que "copia") empleando sus recursos estilísticos más reconocibles. Se diría que ante esta propuesta debería fruncir el ceño, pues, muy a mi pesar y a pesar de mis mejores intenciones, no puedo evitar que lo poco que he visto de Béla Tarr no solo me acabe aburriendo, sino que me haga recordar esa sentencia de Summers acerca de que una obra maestra es un señor que tarda mucho rato en cruzar la calle: esto es, aquella desalentadora sensación —que también a veces Angelopoulos me provoca— de una autoría demasiado autoconsciente y pagada de si misma que me deja "fuera" de la película porqué siento que a cada instante el director se empeña en avisarme de tal condición.

Tal vez sea cuestión de microrritmos casi inapreciables (la velocidad de los actores dentro del plano, la de la propia cámara…), pero esos larguísimos seguimientos de los personajes que en Tarr me hastían, en "Gerry" me abducen. Pero la diferencia fundamental (y que seguramente sería impropio tratar de racionalizar: en eso justamente reside también el misterio y la magia del arte, aparte de justificar el hecho que yo sea yo y los demás sean los demás) es que en este caso sí noto, experimento, que estoy "dentro": soy otro Gerry perdido entre las montañas junto a los dos protagonistas —o acaso los tres seamos el mismo.

Esta película participa de una característica que particularmente siempre me seduce de una manera especial (igual que "Stromboli" u "Onibaba", por ejemplo), como es la capacidad de lograr una abstracción espacial sin necesidad de crear nada artificialmente, sino a partir de la pura y primaria fisicidad que la Naturaleza proporciona. Esto solo se consigue, obviamente, con una "forma de mirar" delatadora de sabiduría visual (qué se encuadra y cómo se relacionan e interaccionan los elementos mostrados). No, "Gerry" no es irse al monte con una cámara y a ver qué pasa.

Con ello se consiguen escenas inolvidables (y lo digo con toda la intención: hasta ahora la he visto una sola vez, y sin embargo sus imágenes retornan a mi cabeza sin el mínimo esfuerzo y con total nitidez, lo que siempre es un síntoma positivo en cine); escribo esto y veo de nuevo a un Gerry con su improvisada capucha y al otro con su camiseta estrellada, y ahí están otra vez la visión musical de la carretera, el ruido de los pasos a dúo mientras seguimos sus rostros, su pequeñez frente al paisaje, el divertidísimo plano fijo de la situación absurda y surrealista sobre la roca, el espejismo de creer ver a un tercero o la espeluznante caminata sobre el desierto de sal.

Me parece evidente, por otra parte, que estamos ante una propuesta de signo netamente metafórico (de ahí que para mí no tengan sentido objeciones de tipo "práctico" como preguntarse por qué no iban mejor equipados, etc.). Es interesante interrogarse sobre cómo cambiarían las lecturas si los personajes fuesen de diferente sexo, o adolescentes, o ancianos, o de distinta generación, clase social, raza… En mi opinión, la suerte quiso que la participación de Matt Damon y Casey Affleck, los otros dos máximos artífices del proyecto, resultara la opción menos "restrictiva" por lo que respecta a garantizar la interpretación más "universal" posible de la historia.

Esta interpretación abierta la emparento directamente con Kiarostami, que es además en el sentido que prefiero que el cine me las proporcione: no se trata, como sucede con cineastas adictos a los galimatías narrativos, del "juego intelectual" de recomponer un puzle para adivinar qué se nos ha contado y a ver quién es el más listo de la clase, sino de algo aparentemente más sencillo, pero en el fondo muchísimo más complejo, útil y duradero, como es apelar a la actividad creadora del espectador para que sea él quien edifique, a partir de los mínimos andamiajes propuestos y contando con su propia experiencia y visión del mundo, unos nuevos significados.

Es precisamente esta condición de cinta "inacabada" la que en última instancia más me subyuga, y en virtud de la cual desearía poder dejar desierto mi voto, porqué lo que expreso con él no es solamente, como es usual, la valoración de lo que se ofrece en la pantalla y sus formas, sino que ante todo supone el reflejo mucho más íntimo de cómo devotamente me arrodillo ante una obra que tiene la capacidad de no explicar completamente nada pero sugerirlo absolutamente todo.

Porqué de lo que estamos hablando, en definitiva, es de Filosofía (parto de la base que la película más filosófica no es aquella en la que los personajes filosofan sino aquella en la que el espectador se ve irremediablemente tentado de hacerlo). Por eso finalizo diciendo (lo hago tan abajo por si pasa desapercibido, ya que me expongo a que más de un cinéfilo de pura cepa me retire el saludo) que filosóficamente "Gerry" no me parece menos "profunda" que "2001" o "Stalker".
Quim Casals
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