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España España · Barcelona
Voto de Quim Casals:
8
Drama Producida por Coppola y Lucas, "Mishima" es un retrato biográfico del consagrado autor japonés Yukio Mishima. La película investiga la inquietud interior y las contradicciones de un hombre que trató de alcanzar una imposible armonía entre sí mismo, el arte y la sociedad. La trama se centra en el día en que Mishima conmocionó al mundo, al hacerse en público el seppuku o harakiri (25 de noviembre de 1970), en el Cuartel General del ... [+]
19 de julio de 2009
27 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
La verdad es que hasta ahora —tengo la sensación que esto va a cambiar— no he leído a Mishima y lo que conocía de él es la información básica de tipo enciclopédico que, cómo no, relata su famoso seppuku público, base argumental de este film. Ignorando, pues, hasta qué punto el Mishima según Schrader es fiel en la letra y/o el espíritu al escritor llamado Yukio Mishima —cuestión que, por otro lado, para mí tiene siempre una importancia muy relativa— diré que el Mishima fílmico me parece un personaje fascinante, epicentro de una obra igualmente fascinante.

La película, en una estructura que recuerda a "Vivir su vida", se divide en 4 capítulos. En ellos se alternan, por un lado, retazos de la vida del escritor; estos flash-backs —la "vida real"— se exponen en blanco y negro, con un estilo sereno y contemplativo; incluso algunas composiciones bajas de cámara recuerdan a Ozu, sobre todo en los momentos de la infancia. Por otro lado está la recreación de fragmentos de sus obras (escenas en color absolutamente estilizadas, como si estuviésemos en las tablas de un teatro, o en el mundo del "Satiricón" o "Dodeskaden"); y, finalmente, el día del suicidio, cuyos preparativos vemos en las tres primeras partes y cuya ejecución ocupa casi totalmente el último tramo.

Schrader rueda este último día en color (¿no debería haber sido, según el criterio establecido, en blanco y negro?). Para Mishima, esta última "perfomance" quiere ser vida y obra a la vez o, como reza el título del capítulo, "Armonía de la pluma y la espada". Con esta opción cromática, Schrader ilustra genialmente este deseo de fusión. Sin embargo, el director toma partido y marca una distancia moral respecto a la decisión trágica del escritor: le concede la textura pero le niega la belleza. En el polo opuesto a la estilización con que filmaba las obras, aquí hay un trabajo cámara en mano, con un montaje rápido y abrupto. Mishima anhela orden y ritualismo, pero el director nos muestra caos y confusión.

Por su parte, los fragmentos literarios escogidos muestran, de hecho, la autobiografía emocional del escritor: en ella afloran sus contradicciones, los complejos sobre su físico y la dificultad para aceptar su orientación sexual. Considero que uno de los grandes méritos de este film es que, pese a su construcción en forma de puzle, muestra un gran equilibrio en la forma de encajar las piezas, de manera que el resultado final se percibe como un todo unitario. Cabe destacar la excelente interpretación del protagonista y la música de Philip Glass, omnipresente, que contribuye decisivamente al tono de la película (en este sentido, me ha recordado el valor que adquiere la banda sonora en "Barry Lyndon").

Pero, para mí, el valor máximo de "Mishima" radica en el hecho que, trascendiendo la historia del biografiado, se convierte, como "La rosa púrpura del Cairo", en una profundísima reflexión filosófica acerca de la inexorable y en ocasiones terrible interrelación entre Vida y Arte.
Quim Casals
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