Haz click aquí para copiar la URL
España España · Barcelona
Voto de Quim Casals:
6
Drama Adaptación de una novela de Marcel Proust. Charles Swann, un joven y rico judío que forma parte de los círculos aristocráticos parisinos de la Belle Epoque, vive una inolvidable historia de amor con la bella prostituta Odette de Crécy. Sus tempetuosas relaciones, llenas de celos, pasiones y dudas, las evoca años después Swann, cuando presiente su inminente muerte. (FILMAFFINITY)
22 de julio de 2012
19 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sobre el mantel estampado, en perfecta simetría digna de un bodegón de Zurbarán, aparecían dispuestas la taza de té i la magdalena.

Mis manos sostenían todavía el libro y, casi dotadas de vida propia, tanteaban la posibilidad de abrirlo de nuevo, como el estudiante que revisa impulsivamente sus apuntes momentos antes de comenzar el examen. Pero no necesitaba repasar aquellas páginas, me bastaba con saberlas cerca para sentirme seguro y reconfortado.

Tomé asiento, coloqué con suavidad el libro sobre la mesa y procedí a ejecutar el plan. Arranqué un pedazo de la magdalena, ni demasiado grande ni demasiado pequeño, y sosteniéndolo por el promontorio superior lo mojé en el té. Sin más transición que la impuesta por la propia lógica del movimiento, lo llevé a la boca. Mastiqué lentamente, recreándome en la extrañeza que siempre produce la mezcla de sabores y temperaturas. Incluso cerré los ojos, a fin de aumentar la concentración y que no me distrajeran estímulos externos, pero cuando ya me vi obligado a tragar la masa confusa comprobé que nada había sucedido.

Maquinalmente, repetí el proceso aportando ligeras variaciones cada vez —el tamaño de los fragmentos de magdalena, la porción mojada, el tiempo en deglutirlos… —, para no dejar de lado ninguna de las posibilidades que pudieran influir en el tan anhelado logro. Vanamente. En ninguno de mis intentos me atrapó ese escalofrío que de pronto hiciera brotar la luz de una bella instantánea olvidada de mi infancia. Nada, ni un solo recuerdo, ni un solo destello, ni una sola imagen, por fugaz o anecdótica que resultara.

Al cabo de unos minutos la totalidad de la magdalena yacía en el interior de mi organismo, pero no quise que también me venciera el desconsuelo tras la decepción sufrida. Respiré hondo, acaricié con pleitesía el lomo del libro y me dije:

—Bueno, tal vez yo no sea Proust, pero de todos modos esta magdalena tampoco estaba demasiado buena.
Quim Casals
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow