¿De qué va?:

Germán Ríos (Antonio Resines) es un director novel de teatro que busca financiación para poner en las tablas el mito de Lulú. Cuenta con el apoyo de Amparo Muñoz para que convenza a su adinerado marido (Fernando Vivanco) de que invierta en el proyecto, y por el camino se irá topando con unos singulares personajes, como Rufo (Imanol Arias) un inquietante saxofonista perfecto para encarnar a Jack el destripador.

Crítica:

Interesante muestra de cine ochentero, muy al estilo de la época, un Madrid destartalado y barriobajero por el que pululan diferentes personajes a cada cual más sin par en esos primeros años de democracia lastrados aún por costumbres arraigadas desde décadas atrás. Como contraste la actitud de los protagonistas es muy liberada en lo sexual, algo muy común en el cine de esos años, el público andaba ávido de ver tetas y vello público (del privado estaban hartos ya), y no era cuestión de desairar a las masas salidas de la época, y es que no se puede negar que si bien este tipo de cine tenía unas pretensiones de las cuales adolecía por completo el del dúo Pajares-Esteso, en el aspecto carnal del asunto las mujeres se despelotaban con la misma facilidad y gratuidad en uno que en otro.
A destacar la interpretación de Antonio Alcántara, alias Imanol Arias, muy sólida como siempre, aunque extraña saber que años más tarde conocería a Merche y se casaría por la Iglesia, aquí el tío no respeta ni a Juan Pablo II, y eso que le quería todo el mundo, ¡qué cosas!.

Pasable sin más, siendo generosillo.