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Voto de Gonso:
10
17 de junio de 2011
28 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Wes Anderson es un artesano del celuloide. Poquísimos autores contemporáneos consiguen un estilo narrativo y estético tan personal como este tejano nacido hace poco más de 40 años. Ya apuntó maneras con la sobrevalorada pero interesante Academia Rushmore, pero fue esa pequeña obra de arte llamada Los Tenembaums. la que le consolidó y ecumbró como uno de los realizadores y guionistas más prometedores (texto escrito, por cierto, conjuntamente con Owen Wilson, quien ha actuado en toda su obra) en el género de la comedia psicodélica.
Sus últimas dos obras, Life Acuatic y Viaje a Darjeeling, ya rozan peligrosamente el absurdo y la trama pasa a ser un elemento secundario para resaltar un colorismo y expresividad visual estudiada milimétricamente en cada plano. No se llega a comprender en su totalidad lo que Anderson trata de contarnos, pero nos sentimos hipnotizados por cómo mueve la cámara y dónde la coloca en todo momento.
Pero hoy les voy a hablar de su cortometraje Hotel Chevalier, que se proyectaba antes de Viaje a Darjeeling. Puede funcionar como prólogo de la película, como así reza una frase en su comienzo a modo de advertencia, pero también como una historia independiente sobre la enfermedad del amor y la pasión.
Personalmente, estos 13 perfectos minutos que conforman el proyecto me parecen lo mejor que ha escrito y realizado Anderson hasta la fecha, consiguiendo una estética y fotografía impecables, donde el amarillo es la pigmentación reinante de la obra, un color que, pese a ser de los que menos me gustan, consigue embriagar la pantalla con una belleza única.
El corto se hizo conocido entre medios de comunicación, especialmente digitales, por la razón más superficial y vulgar posible, como es el desnudo de Natalie Portman. Todos estamos de acuerdo y ansiábamos observar las curvas en movimiento de la ninfa israelí, pero tras un visionado del metraje, sus pechos y su torneado cuerpo pasan a un decimoctavo plano (por decir una cifra elevada, no se piensen que voy a nombrar los otros 17 restantes), como así ocurrió con Lucía y el sexo, donde las explícitas cópulas quedaban ensombrecidas ante la magnífica obra en su conjunto.
Sus últimas dos obras, Life Acuatic y Viaje a Darjeeling, ya rozan peligrosamente el absurdo y la trama pasa a ser un elemento secundario para resaltar un colorismo y expresividad visual estudiada milimétricamente en cada plano. No se llega a comprender en su totalidad lo que Anderson trata de contarnos, pero nos sentimos hipnotizados por cómo mueve la cámara y dónde la coloca en todo momento.
Pero hoy les voy a hablar de su cortometraje Hotel Chevalier, que se proyectaba antes de Viaje a Darjeeling. Puede funcionar como prólogo de la película, como así reza una frase en su comienzo a modo de advertencia, pero también como una historia independiente sobre la enfermedad del amor y la pasión.
Personalmente, estos 13 perfectos minutos que conforman el proyecto me parecen lo mejor que ha escrito y realizado Anderson hasta la fecha, consiguiendo una estética y fotografía impecables, donde el amarillo es la pigmentación reinante de la obra, un color que, pese a ser de los que menos me gustan, consigue embriagar la pantalla con una belleza única.
El corto se hizo conocido entre medios de comunicación, especialmente digitales, por la razón más superficial y vulgar posible, como es el desnudo de Natalie Portman. Todos estamos de acuerdo y ansiábamos observar las curvas en movimiento de la ninfa israelí, pero tras un visionado del metraje, sus pechos y su torneado cuerpo pasan a un decimoctavo plano (por decir una cifra elevada, no se piensen que voy a nombrar los otros 17 restantes), como así ocurrió con Lucía y el sexo, donde las explícitas cópulas quedaban ensombrecidas ante la magnífica obra en su conjunto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La historia narra el encuentro entre una pareja que se había dado un tiempo entre ellos. Él (Jason Schwartzman) se halla enclaustrado en la habitación de un hotel parisino tratando de olvidar a su amada y ella (Natalie Portman) hace aparición tras meses de ausencia. El disimulado nerviosismo escondido bajo un gruesa capa de frialdad del amante y la seguridad y moratones de la joven no hacen sino reflejar las vueltas que puede dar la vida y la posibilidad de caer irremediablemente una vez tras otra con la misma piedra de forma acorazonada.
La banda sonora, compuesta sólo por los temas "Pavane Pour Une Infante Defunte" de Ravel y, especialmente, Where Do You Go To My Lovely de Peter Sarstedt son de una belleza deslumbrante, al encontrarse hábilmente combinados con las imágenes. Para el recuerdo queda el instante en que él cubre el cuerpo desnudo de ella con una bata amarilla con la imagen ralentizada al ritmo de la canción de Sarstedt, para después enseñarle la azulada vista de París.
En definitiva, un gran ejemplo de puro cine que muestra sentimientos mediante planos, silencios y miradas, y no tanto con los diálogos. Porque el lenguaje audiovisual es esto, que a veces parece que se olvida.
La banda sonora, compuesta sólo por los temas "Pavane Pour Une Infante Defunte" de Ravel y, especialmente, Where Do You Go To My Lovely de Peter Sarstedt son de una belleza deslumbrante, al encontrarse hábilmente combinados con las imágenes. Para el recuerdo queda el instante en que él cubre el cuerpo desnudo de ella con una bata amarilla con la imagen ralentizada al ritmo de la canción de Sarstedt, para después enseñarle la azulada vista de París.
En definitiva, un gran ejemplo de puro cine que muestra sentimientos mediante planos, silencios y miradas, y no tanto con los diálogos. Porque el lenguaje audiovisual es esto, que a veces parece que se olvida.