Contrariamente a lo que podría sugerir el título, cualquier persona que, por el motivo que fuere, quisiera encontrar algún argumento relacionado con la figura de Satanás, el príncipe del mal, va a quedar defraudado. Lo único que va a encontrar es un señor disfrazado de ese personaje (con cuernos y una ropa oscura con un esqueleto estampado) que se limita durante todo el film, ciertamente breve, a ejecutar una serie de hechos de magia con mayor o menor interés (p. ej., un espejo grande en una pared, con un marco ornamentado, que a sus instancias va cambiando de rostro). Toda una retahíla de pequeños trucos (léase diferentes efectos visuales) que se desgranan a lo largo de la filmación. Nada del otro mundo, muy en la línea de los filmes de ese tipo de Segundo de Chomón ("los acróbatas japoneses", "la casa embrujada", "los huevos de Pascua"...). Unos 6,50 puntos).