Inspirada en un célebre relato del escritor Jorge Luis Borges. Encuadrada en un ambiente futurista, se describe la investigación llevada a cabo por el detective Lonrot de una serie de asesinatos. A diferencia de otros, el protagonista tiene el criterio de intercalar puntos de vista de otra naturaleza a la tradicional, consistente en recopilar simplemente pruebas y hace valer -en cambio- argumentos de orden metafísico. Esto sucede de entrada cuando se encuentra un rabino asesinado y en una máquina de escribir un papel con la leyenda: "La primera letra del nombre ha sido articulada". Guiado por criterios cabalísticos, aquella creencia judaica sobre el simbolismo real de las letras y los números como correlato de lo fáctico, que permite interpretaciones certeras, intenta desmadejar el asunto consultando especialistas de este cariz e incluso adivinas. En estas actuaciones encontrará importantes consecuencias. El film es razonable, denota interés aunque justo es reclamar la preeminencia de Borges cuya creatividad lo lleva a combinar metafísica y crimen. Recuerda también, vagamente ésto, a los criterios de quienes pensaron que otros asesinatos -esta vez no de ficción- tenían componentes de magia negra, los de Jack el Destripador.