Con gran pesar me he visto obligado a rebajar la nota y a eliminar la crítica que escribiera en su momento, al poco del estreno de la serie, titulada "El ministerio de los sueños" y que le resultó útil a 57 de 67 usuarios de Filmaffinity (la 2º crítica más valorada de la serie). ¿La razón? La creciente bajada de calidad e interés del último año y medio. Definitivamente ya no es el ministerio de los sueños.

"El ministerio del tiempo" fue una luz entre tinieblas, una idea gloriosa que podía dar muchísimo de sí. La más bella de las ideas posibles para un historiador, y perfecta para cautivar y enseñar. La serie deslumbró en su estreno y pronto se convirtió en un fenómeno social, pese a que gustase más a la crítica que al público en sí; público que por otra parte, lo consume más por internet que por la televisión, en directo. Personajes muy bien presentados, interpretaciones convincentes, una fotografía de cine y capítulos excelentes como el del Empecinado, el de Lope de Vega, el del Lazarillo o el de la Residencia de Estudiantes dejaron huella, sin duda. En la segunda pese al cambio de actores (acertado fichaje de Hugo Silva) las tramas seguían siendo interesantes y los capítulos, entre humorísticos, dramáticos y didácticos, seguían fascinando, como el de Napoleón, el del Quijote o el de Filipinas.
Pero fue mediar la segunda temporada y encarar la tercera, cuando, no se sabe si por agotamiento, por querer rizar el rizo o por querer tirar de lo fácil, la serie, para mí, se está viniendo abajo. Pese al estupendo fichaje de Macarena García y al buen capítulo de Goya, las tramas no tienen el mismo gancho que antes, los minutos se hacen eternos, todo tiene aún menos lógica que antaño, y además, se está empezando a abusar de "guiños progres". La serie siempre ha sido sarcástica, y con razón, con el pasado de España, pero me estoy dando cuenta que se empeña en soltar aquí y allá frases destinadas a satisfacer al espectador más izquierdista, anticlerical, relativista y multicultural. Y no es lo mismo ser un Pérez-Reverte, que da una de cal y otra de arena, que uno de Podemos, que desprecia todo lo que no huela a "su" historia.

Además ha cobrado inusitada importancia Cayetana Guillén Cuervo, quien encarna a Irene Larra, lesbiana, muy liberada y muy feminista. No estoy en contra de todo ello, pero me pregunto qué aportan a la historia y al Ministerio del Tiempo recurrentes escenas de alto voltaje lésbico en una serie didáctica y familiar, más allá de que veamos que puede seducir a una secretaria en cinco minutos, empotrándola contra la mesa.

En fin...esto se hunde.