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Voto de Quique Martín:
9
Animación. Drama. Aventuras. Intriga Fukamachi, un intrépido fotógrafo, descubre en Katmandú, Nepal, una cámara que posiblemente perteneció a George Mallory, un montañero perdido en su escalada al Everest. Tras conocer a Habu Joji, un renombrado escalador, los dos se embarcan para desenterrar esta pieza perdida de la historia. (FILMAFFINITY)
10 de diciembre de 2021
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
La cumbre de los dioses retrata la historia de un periodista, una cámara perdida con posibles fotografías en su interior del posible primer escalador en coronar el Everest y de un alpinista relacionado con ambos sucesos y que está completamente inmerso en ese afán por conseguir el último reto.

Partiendo de esa historia asentada en los tres puntos claves ya citados anteriormente, la película se dedica a hacer avanzar las tres tramas mientras va explorando, de forma bastante atinada y con muchísima sutileza y sentido poético, algo tan complejo cómo la obsesión humana y esa necesidad, que a veces va incluso en contra de la lógica, de siempre buscar ir un paso más allá.
Ese sentimiento que está presente en muchos pioneros en cualquier ámbito de seguir avanzando aunque la vida o las condiciones se nos muestren desfavorables. Ese "algo" que hay dentro de nosotros que impide que tiremos la toalla hasta cuando parece obvio que el camino que deberíamos coger es el más fácil y el menos arriesgado.

La cinta invita a reflexionar al espectador mediante las imágenes y las escenas y lanza preguntas al aire que quizás el espectador sea capaz de recoger y contestar o quizá no.
Por ejemplo: ¿Qué nos lleva a escalar montañas imposibles hasta el punto de jugarnos la vida? ¿Qué nos hace sentirnos vivos? ¿Vale la pena el riesgo? ¿Vale la pena morir o jugarse la vida por un sueño?

Como ya he dicho, debe ser el espectador quién encuentre las respuestas. La película no comete el error de ser tan burda cómo para entrar en dar respuestas que seguramente nadie tenga con certeza.
Pero lo qué si consigue muy bien es esa sensación de inmensidad ante los retos que se proponen los personajes. De ser apabullante con las imágenes (Con un tono clarísimo de animación japonesa) de ese Everest omnipresente cómo figura inalcanzable. Casi como si fuese un monstruo dormido de las antiguas leyendas esperando, acechante, al primer error de su presa.

No quiero alargarme mucho más. Pienso que esta película es de esas que pueden quedar sepultadas ante tantísimo estreno en plataformas y qué sería una pena si eso ocurriese.
Me parece que es un producto tremendamente atrevido y valiente, que nos invita a todos a reflexionar un poco más sobre nosotros mismos y sobre cuáles son nuestras motivaciones para seguir avanzando hacía cualquiera que sea nuestro objetivo.
Sin lugar a dudas, una cinta muy recomendable y de la que espero, con más fe que certezas, que no se olviden en la temporada de premios que tenemos a la vuelta de la esquina.
Quique Martín
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