Bien, Miente es ganador del Goya al mejor cortometraje de Ficción en aquel año, con un objetivo más allá de señalar, de sensibilizar. Ahora, de sensibilizar no en un acto fatalista y efectista, con dosis de feminismo… no, más bien de una manera más sobria y esperanzadora.

El corto trata el tráfico ilegal de mujeres por medio de la historia de una chica búlgara, prostituida. ¿Qué más puedo contar? Nada, porque cualquier cosa revelaría de qué va, mejor hay que verlo y antes… mejor un poco del panorama en que se desarrolla (pueden ignorarlo y saltarse al corto):

El problema del tráfico ilegal de mujeres es una de esas contradicciones alarmantes, y que nos remontan a primitivos tiempos (contradictorio en esta modernidad) pues estamos hablando de La Esclavitud del Siglo XXI. Un negocio bastante lucrativo que supera mundialmente a otras ilegalidades como las drogas y menos peligroso para estos “traficantes”, dado que es un delito en la mayoría de los países penado débilmente, menos concientizado por el “bajo” número de denuncias (por el miedo infundido en las víctimas) y menos temido porque los proxenetas están respaldados por organizaciones y rara vez les sucede algo.

El caso de España en el que la directora Isabel de Ocampo pienso debió fijarse es en el hecho de que España como otros países hasta ese entonces… desconozco ahora qué tanto ha avanzado, confunde lo que es la prostitución con la trata de mujeres, aquella disfrazada de prostitución y que en la mayoría de los casos hace a engañadas inmigrantes presas de la explotación sexual a base de amenazas hacia su familia (algo que vamos a ver en este corto), y que en ocasiones el abuso físico y mental las encamina hacia una muerte paulatina, dolorosa y peor aún: ignorada.

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